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La internacionalización de la Enseñanza Universitaria
y los estudiantes extranjeros de Ciencia y Tecnología

Maria Luisa Escribano Ortega
Universidad Politécnica de Madrid

Resumen. La enseñanza universitaria española en estos últimos años está sufriendo un proceso de trasformación debido a diferentes factores, entre los que no podemos olvidar la aparición de un grupo numeroso de estudiantes extranjeros que viene a estudiar a España durante un curso académico, generalmente con un programa de intercambio, y que presenta características bastante homogéneas. El bajo nivel de dominio del español que con frecuencia presentan debe animar a las universidades españolas a adoptar algunas medidas para mejorar el aprovechamiento de esta experiencia. El presente artículo pasa revista a distintos documentos y manifestaciones en los que se pone de manifiesto la voluntad europea de crear un Espacio Europeo de Educación Superior, y se centra en el caso concreto de los estudiantes de Ciencia y Tecnología, aunque la mayoría de estas apreciaciones podrían generalizarse fácilmente a estudiantes de otras áreas de conocimiento. La consideración de estos aspectos contribuirá a la mejora de la calidad de la enseñanza universitaria española.

Palabras clave. Educación Superior, Internacionalización, Programas de Intercambio, Estudiantes de Ciencia y Tecnología.

Desde hace aproximadamente 15 años las universidades españolas están recibiendo un gran número de estudiantes extranjeros procedentes de diversos países de la Unión Europea. Se trata de estudiantes de español como segunda lengua que vienen a España para estudiar en una universidad española por un período limitado, generalmente en el marco de un programa de intercambio. Son estudiantes, en contexto de inmersión, que estudian español no como un fin, sino como un medio para aprovechar la experiencia educativa y cultural que la universidad española les ofrece.

Nuestro estudio está basado en los datos y las observaciones de los estudiantes de Ciencia y Tecnología en la Universidad Politécnica de Madrid (UPM). Esta universidad recibe anualmente unos 1.000 estudiantes extranjeros y presenta la más amplia gama de áreas científico-tecnológicas. Según datos del Consejo de Universidades relativos al curso 1999/2000, la UPM es la segunda universidad pública española en cuanto al porcentaje de estudiantes extranjeros (3,60%), precedida de la Autónoma de Madrid (6,08%) y seguidas ambas a bastante distancia por la Universidad de Granada (1,71%), la Complutense de Madrid (1,65%) y la UNED (1,56%).

Este gran número de estudiantes1 hace necesario llevar a cabo una investigación en profundidad para detectar cuáles son sus necesidades y sus estrategias de aprendizaje, y así poder formalizar un modelo de actuación centrado en el alumno. Estos estudiantes presentan unas características comunes en cuanto a objetivos de aprendizaje, contexto, edad o nivel de formación académica, pero también grandes diferencias derivadas de la diversidad de campos que ofrece la Ciencia y Tecnología, que incluye áreas de conocimiento tan diversas como la arquitectura, la agronomía, la aeronáutica, las telecomunicaciones o la mecánica industrial, por citar algunos pocos ejemplos.

 

¿Por qué nos hemos planteado este tema?

La evolución del número de estudiantes extranjeros que vienen a estudiar a universidades españolas, sus problemas de rendimiento académico y el escaso nivel de español, en algunos casos, nos ha llevado a pensar en la necesidad de conocer mejor esta situación, para así intentar cambiar algunos mecanismos en los que la mayoría de las universidades están inmersas.

La respuesta de las universidades a esta enorme demanda ha sido diversa. Concretamente, la UPM como institución ha considerado que la mejor forma de promover la integración de estos alumnos es tratarlos como unos estudiantes más, con los mismos derechos y las mismas obligaciones que los estudiantes autóctonos. Esta posición, bastante generalizada en otras universidades, ha sido relativamente bien asumida por los extranjeros con un buen dominio del español, pero viene siendo frustrante para los estudiantes con un manejo limitado del español, así como para los organizadores de los intercambios.

Como profesores nos preocupa especialmente esta situación, preocupa-
ción compartida por Graciela Vázquez (2001b: 11), que en el prólogo a la Guía didáctica del discurso académico escrito recoge las conclusiones del proyecto ADIEU2, y dice que existen claros signos de que el aprendizaje de la lengua durante las estancias en el extranjero no alcanza los niveles deseados o, por lo menos, no es suficiente para satisfacer las exigencias de calidad de las instituciones académicas.3

Además, tenemos que señalar que con la consolidación de la Unión Europea como impulsora de una política común en el ámbito de la educación, son muchas las manifestaciones que han animado a incrementar la movilidad de diversos colectivos entre los países comunitarios, entre los que han destacado especialmente los estudiantes y las personas en formación. En párrafos posteriores analizaremos diversas manifestaciones, como la Declaración conjunta de los Ministros de Educación europeos hecha en Bolonia el 19 de junio de 1999 (en la que se difunde el concepto de Área Europea de Educación Superior) o la Convención de Instituciones Europeas de Enseñanza Superior celebrada en Salamanca en marzo de 2001, que ponen de manifiesto que esta situación de internacionalización de la Enseñanza Universitaria no tiene marcha atrás. Por tanto, podemos considerar, sin riesgo de equivocarnos, que en los próximos años la afluencia de estudiantes extranjeros a nuestras universidades no sólo se mantendrá, sino que tenderá a incrementarse.

 

La Unión Europea y los programas
de intercambio de estudiantes

Podemos considerar que se inicia una política europea común en materia de educación a partir de la firma del Tratado de la Unión el 7 de febrero de 1992 por los Ministros de Asuntos Exteriores de los doce países comunitarios, tras el acuerdo alcanzado por los Jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre de Maastricht, del 9 al 11 de diciembre de 1991.

Previamente, en los años 80, se habían ido adoptando algunos programas comunitarios como el programa Comett (1986) en el ámbito de la formación, el Erasmus (1987) en el ámbito de la educación o La juventud con Europa (1988), destinado también a los jóvenes. Desde su creación, estos programas permitieron a cientos de miles de europeos pasar un período de tiempo en otro Estado miembro de la Comunidad Europea, con el objeto de llevar a cabo las actividades relacionadas con su futuro académico o profesional.

En este sentido, la propuesta de Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo, relativa a la movilidad en la Comunidad Europea de los estudiantes, las personas en formación, los jóvenes voluntarios, los profesores y los formadores (COM 1999, 708 final), fechada en Bruselas el 21 de enero de 2000, declara lo siguiente:

 

La movilidad de los estudiantes, las personas en formación, los jóvenes voluntarios, los profesores y los formadores suscita desde hace tiempo el interés de los ciudadanos europeos. En el contexto de la realización del mercado interior y, en consecuencia, de un espacio sin fronteras, la movilidad de estas personas se convierte en una dimensión cada vez más importante de la afirmación de la ciudadanía europea y en un instrumento de integración intercultural y social.

(Párrafo 3º de la Exposición de Motivos)

En este mismo documento e insistiendo en lo anterior, el Parlamento y el Consejo europeos hacen unas recomendaciones concretas a los Estados miembros entre las que destacamos las dos primeras:

a) Que adopten las medidas adecuadas para facilitar la movilidad –sin restricciones– de las personas que deseen iniciar en otro Estado miembro un ciclo de estudios, un periodo de formación, una actividad de voluntariado, una actividad docente o de formador, tanto en el marco de los programas comunitarios como fuera de ellos; estas medidas [...] deberían también favorecer el aprendizaje de lenguas cuya ignorancia constituye un obstáculo importante a la movilidad [...].

b) Que adopten las medidas necesarias para que las personas interesadas puedan demostrar, en los medios interesados, principalmente los medios académicos y profesionales de su país de origen, la experiencia de movilidad adquirida en el Estado de acogida [...].

Son numerosos los programas comunitarios dedicados al intercambio cultural, pero los que se ocupan o se han ocupado del intercambio de estudiantes entre las universidades de los países miembros son, fundamentalmente, cuatro: Erasmus, Sócrates, Tempus y Lingua, que han tenido una enorme difusión y cuyos resultados sociales han sido plenamente satisfactorios. Todos ellos han fomentado la interculturalidad y el aprendizaje de lenguas, y, desde ese punto de vista, su éxito ha sido reconocido por todos. No obstante, estos programas también han tenido críticas, pero éstas se han debido fundamentalmente a las dificultades para convalidar los estudios realizados en otro país y a las disparidades entre el importe de las becas concedidas a los estudiantes por cada país participante, como señala El País, de 19 de febrero de 2001.

Programa Erasmus

Es el programa pionero en el intercambio de estudiantes y nació con el objetivo de animar a algunos estudiantes europeos a ir a estudiar, durante un periodo limitado, a otro país de Europa en el marco de sus estudios universitarios nacionales. Fue creado en 1987 mediante la Decisión 87/327/CEE del Consejo, de 15 de junio, por la que se aprobaba el Programa de acción comunitario en materia de movilidad de los estudiantes (Erasmus) y posteriormente modificado en 1989 por la Decisión 89/663/CEE del Consejo, de 14 de diciembre.

El programa Erasmus estaba basado en 4 acciones fundamentales:

1. La creación y funcionamiento de una red universitaria europea, formada por Universidades firmantes de acuerdos en el marco del programa Erasmus. Estas universidades organizaban programas para intercambios de estudiantes con universidades de otros Estados miembros, garantizando el pleno reconocimiento de los periodos de estudios realizados. También estaban previstas ayudas para intercambios de personal docente, para proyectos conjuntos de desarrollo de planes de estudios, para la organización de programas intensivos de enseñanza de corta duración entre varios Estados, así como para visitas del personal docente y administrativo de las universidades.

2. El sistema de becas para estudiantes asignaba a Estado un importe mínimo, más otro adicional teniendo en cuenta una serie de variables. Las becas intentaban cubrir el coste medio del viaje y la diferencia entre el coste de la vida en el país de origen y en el país de acogida. Los Estados miembros debían administrar las becas y aportar un dinero adicional.

3. El reconocimiento académico de los títulos y periodos de estudios. Se estableció el sistema ECTS (European Credits Transfer System) con carácter experimental y volunta-rio. Esto permitía a los estudiantes obtener créditos con arreglo a los estudios cursados en otras universidades.

4. Medidas complementarias, cuyo principal objetivo era financiar ayudas concedidas a asociaciones, a publicaciones o a otras iniciativas destinadas a fomentar la cooperación interuniversitaria, así como a los premios Erasmus concedidos a estudiantes, miembros del personal docente, universidades o proyectos que contribuyeran notablemente al desarrollo de la cooperación interuniversitaria en la Comunidad.

Programa Sócrates

Es el sucesor del programa Erasmus y se ha desarrollado en dos fases:

De enero de 1995 a diciembre de 1999. Fue creado en 1995 a través de la Decisión 95/819/CE del Consejo, de 14 de marzo, y modificado por la decisión 98/576/CE del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de febrero de 1998, con el objetivo de contribuir a una educación y a una formación de calidad, y a la creación de un espacio europeo abierto de educación.

De enero de 2000 a diciembre del 2006. A través de la Decisión 253/2000/CE, de 24 de enero de 2000, del Parlamento Europeo y del Consejo.

Este programa está abierto a la participación de los quince Estados miembros, a los países de la AELE-EEE (Islandia, Liechstenstein y Noruega), a los países asociados de Europa central y oriental (PECO), así como a Chipre, Turquía y Malta.

El 24 de julio de 2000, en la Decisión nº 2/2000 del Consejo, en un paso más adelante, se establecen las condiciones de participación en el programa de Hungría, Estonia, Letonia, Polonia, Bulgaria, Eslovenia y República Checa. La Comisión se compromete además a reforzar la cooperación con terceros países y las organizaciones internacionales competentes, en particular con el Consejo de Europa.

La segunda fase del programa Sócrates, conocida como Sócrates II, se basa en la experiencia de la primera fase del programa, y tiene el principal propósito de favorecer la creación de un espacio educativo europeo garantizando la continuación de la cooperación a escala comunitaria entre agentes de los sistemas educativos, tal y como se establece en la Comunicación de la Comisión titulada Por una Europa del conocimiento.

Los objetivos que más nos interesan del Sócrates son los siguientes:

1. Reforzar la dimensión europea de la educación a todos los niveles y facilitar un amplio acceso transnacional a los recursos educativos en Europa, a la vez que promover la igualdad de oportunidades en todos los sectores de la educación.

2. Promover una mejora en los conocimientos de las lenguas de la Unión Europea, especialmente de las lenguas menos difundidas y enseñadas, y favorecer el aspecto intercultural de la educación.

3. Fomentar la cooperación y la movilidad en el ámbito educativo (impulsando los intercambios, la formación a distancia, etc.) y contribuir a suprimir obstáculos en este ámbito.

4. Favorecer la innovación en lo referente a prácticas y materiales pedagógicos, sobre todo mediante el empleo de nuevas tecnologías.

En el marco de este programa tienen cabida varias acciones relacionadas con la educación en general:

1. Erasmus4: programa de fomento de la dimensión europea de la enseñanza superior y la cooperación transnacional entre universidades.5

2. Comenius: para consolidar la dimensión europea de la enseñanza escolar.

3. Grundtvig: cuyo objetivo es fomentar la cooperación europea en materia de itinerarios educativos alternativos para los jóvenes que han abandonado el sistema escolar sin una formación básica suficiente y las personas que deseen iniciar o retomar estudios formales tras un periodo de interrupción.

4. Lingua: cuyo objetivo es contribuir a mejorar la calidad de la enseñanza y el aprendizaje de los idiomas a fin de mantener la diversidad lingüística de la Comunidad.

Para alcanzar los objetivos del programa, la Comisión Europea ha decidido aplicar una serie de medidas que esperamos favorezcan su consecución. Estas medidas son:

• el apoyo a la movilidad transnacional de las personas en el ámbito de la educación en Europa;

• la promoción de la movilidad virtual en el contexto de la educación favoreciendo la utilización de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (NTIC);

• el apoyo al desarrollo de redes de cooperación transnacional que faciliten el intercambio de experiencias y de buenas prácticas;

• la promoción de las competencias lingüísticas y de comprensión de las distintas culturas;

• el apoyo a proyectos piloto innovadores basados en asociaciones transnacionales para el desarrollo y/o la difusión de la innovación en el ámbito de los productos educativos;

• y el apoyo a acciones dirigidas a establecer, actualizar y difundir los términos de referencia comunitarios que permitan la comparación de los sistemas educativos.

Programa Tempus

El programa Tempus, cuyo principal objetivo es facilitar la reestructuración del sector de la enseñanza superior en los países de Europa Central y Oriental mediante la cooperación interuniversitaria, los intercambios de estudiantes y profesores, y la cooperación empresas-universidades entre estos países y los países de la Comunidad. Se ha desarrollado en tres fases:

De 1990 a 1994 a través de la Decisión 90/233/CEE del Consejo, de 7 de mayo de 1990, que crea el Programa de movilidad transeuropea en materia de estudios universitarios Tempus.

De 1994 a 1998 mediante la Decisión 93/246/CEE, de 29 de abril de 1993, que adopta la segunda fase del programa de cooperación transeuropea en materia de educación superior (Tempus II).

De 2000 a 2006, creado por la Decisión 99/311/CE del Consejo, de 29 de abril de 1999, por la que se aprueba la tercera fase del programa de cooperación transeuropea en materia de enseñanza superior (Tempus III), por un período de 6 años a partir del de 1 de julio de 2000.

Los países destinatarios de este programa son los países no asociados de Europa Central y Oriental que participan en el programa PHARE (actualmente Albania, Bosnia y Hercegovina y la Antigua República Yugoslava de Macedonia); los países que se benefician del programa TACIS (actualmente Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Kazajistán, Kirguizistán, Moldavia, Federación de Rusia, Tayikistán, Turkmenistán, Ucrania, Uzbekistán y Mongolia).

El objetivo específico del Tempus III es facilitar la adaptación de la enseñanza superior a los nuevos imperativos socioeconómicos y culturales en los países destinatarios abordando varias cuestiones:

1. Las relativas al desarrollo y a la reorganización de los programas de estudios.

2. La reforma de las estructuras e instituciones de enseñanza superior y su gestión.

3. El desarrollo de una formación especializada, en particular reforzando los vínculos con la industria.

4. La contribución de la educación y la formación superiores a los valores cívicos y a la consolidación de la democracia.

Para el programa Tempus, "universidad" es cualquier tipo de centros de enseñanza y de formación post-secundaria, e "industria" y "empresa" es cualquier tipo de actividad económica, sea cual sea su régimen jurídico.

Programa Lingua

La Decisión 89/489/CEE del Consejo, de 28 de julio de 1989, establece este programa de acción para promover el conocimiento de lenguas extranjeras en la Comunidad Europea, con el principal objetivo de mejorar la enseñanza y el aprendizaje de las lenguas extranjeras en el interior de la Comunidad. Se publicó en el Diario Oficial de las Comunidades Europeas el 16 de agosto de 1989.

El programa Lingua se creó para un periodo de cinco años a partir del 1 de enero de 1990, y a partir de 1995 las acciones del programa Lingua se integraron en los programas de acción comunitarios Sócrates y Leonardo da Vinci.

Las lenguas a las que iba dirigido este programa eran el alemán, inglés, danés, español, francés, griego, irlandés, italiano, luxemburgués, neerlandés y portugués.

El programa estaba formado por un conjunto de orientaciones comunes encaminadas a:

1. Animar a todos los ciudadanos a adquirir un conocimiento operativo de lenguas extranjeras; a multiplicar las posibilidades de enseñar y aprender las lenguas extranjeras en la Comunidad y, en particular, a fomentar el conocimiento de las lenguas extranjeras menos extendidas y menos enseñadas.

2. Aumentar en las universidades las posibilidades de combinar el estudio de las lenguas extranjeras con sus estudios principales.

3. Elevar el nivel de la enseñanza de las lenguas extranjeras mejorando la formación inicial y continua de los profesores de lenguas extranjeras.

4. Alentar a las empresas y a las organizaciones profesionales a promover la formación en lenguas extranjeras destinada a los trabajadores, a fin de permitir que se aprovechen todas las ventajas posibles del mercado interior.

5. Promover innovaciones en los métodos de formación en lenguas extranjeras así como las medidas comunitarias de apoyo y complemento de las políticas y acciones de los Estados miembros.

El programa Lingua permitió, a lo largo de sus cinco años de duración, la movilidad de alrededor de 200.000 personas: 120.000 jóvenes en el marco de Proyectos Educativos Conjuntos, 30.000 estudiantes en el marco de Programas Interuniversitarios de Cooperación, y 30.000 profesores con ayuda de una beca de formación continua.

Otros programas

Además de estos cuatro programas europeos dedicados a la educación universitaria propiamente dicha, podemos señalar otros destinados a la Formación Profesional, o a las prácticas profesionales de los recién titulados como el Comett (con dos fases, una de 1986 a 1989 y otra de 1990 a 1994) para reforzar la cooperación entre la universidad y la empresa en el campo de las tecnologías; el IRIS (con dos fases, 1988-1993 y 1994-1998); el PETRA (1988-1991 y 1992-1994), para la formación profesional de los jóvenes y su preparación para la vida adulta y profesional; el Eurotecnet, con el objetivo de dar valor a las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías a los sistemas de formación profesional y fomentar la realización de acciones innovadoras en el ámbito de la formación profesional a la vista de los cambios tecnológicos y de su impacto en el empleo, el trabajo y las titulaciones y aptitudes necesarias; el programa Force, para apoyar y completar las políticas y actividades llevadas a cabo por y en los Estados miembros en el sector de la formación profesional continua; y sobre todo el Leonardo da Vinci (1995-1999 y 2000-2006), que tiene el objetivo de contribuir a la creación de un espacio educativo europeo que favorezca el desarrollo de la educación y la formación a lo largo de toda la vida y que asegure la continuación de la cooperación comunitaria entre las personas relacionadas con la formación profesional.

 

Bolonia 1998 y el espacio único de educación superior

No cabe duda de que el proceso de construcción europea es un proceso en continuo crecimiento. Ya la Declaración de la Sorbona, firmada por los ministros encargados de la educación superior de Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido el 25 de mayo de 1998, subrayó el papel central de las universidades para el desarrollo de las dimensiones culturales europeas, poniendo énfasis en la creación del Área Europea de Educación Superior como un camino para promover la movilidad y el desarrollo global del continente.

Estas ideas fueron desarrolladas en la declaración conjunta de los Ministros de Educación Europeos hecha en Bolonia el 19 de junio de 1999, firmada por 29 países europeos, donde se difunde el concepto de Área Europea de Educación Superior, que se había planteado en La Sorbona, estableciendo una serie de objetivos que han marcado y marcarán las actividades de las universidades europeas en los próximos años. Entre estos objetivos destacamos los siguientes:

1. La promoción de la movilidad europea, de alumnos, profesores, investigadores y personal administrativo de las universidades.

2. La promoción de la dimensión europea basada en el desarrollo curricular, la cooperación inter-institucional, los esquemas de movilidad y los programas integrados de estudios e investigación.

3. La adopción de un sistema de calificaciones legible y comparable de las titulaciones, con un suplemento al diploma.

4. La adopción de un sistema de dos ciclos fundamentales: un primer ciclo de tres años con acceso al entorno laboral y un segundo ciclo de dos años con masters y/o doctorados.

5. El establecimiento de un sistema europeo de transferencia de créditos (ECTS) que intente superar los problemas surgidos con las diferentes concepciones de los créditos.

Las directrices que la Declaración de Bolonia plantea, y que las universidades europeas deberán atender, van encaminadas sobre todo a la Regulación de titulaciones (en cuanto a duración, contenidos por objetivos y metodología) y al Control de Calidad de la Enseñanza (encaminado a la inserción en un mercado internacional competitivo y al Autoaprendizaje y la Educación Continuada).

La Declaración de Bolonia ha tenido numerosas adhesiones como la del CESAER (Conference of European Schools for Advanced Engineering Education and Research), la de la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), aprobada el 13 de diciembre de 2000, o la de la SEFI (European Society for Engineering Education), también de diciembre de 2000.

A partir de la Declaración de Bolonia, y según Marinela García Fernández6, los estudios técnicos europeos se están planteando una serie de retos:

1. Apoyo a la cooperación económica e industrial europeas a través de la educación universitaria.

2. Incentivación de la diversidad y de los estándares de calidad en las carreras de ingeniería europeas.

3. Apoyo a la colaboración académica e investigadora de ingeniería entre las universidades líderes en Europa.

4. Promoción de la calidad, la movilidad, la comparabilidad y el reconocimiento internacional de las titulaciones europeas de ingeniería.

5. Ampliación de la experiencia educativa, base cultural y la capacidad lingüística del ingeniero.

 

Las conclusiones de Praga de 2001

Después de Bolonia, más de 300 instituciones europeas de Enseñanza Superior con sus principales organismos representativos se reunieron en Salamanca los días 29 y 30 de marzo de 2001, con el fin de preparar su aportación a la Conferencia de Ministros responsables de Enseñanza Superior de los países firmantes de la Declaración de Bolonia que ha tenido lugar en Praga, reiterando su apoyo a los principios de la declaración de Bolonia y su compromiso de crear un Espacio Europeo de la Enseñanza Superior antes de que termine este decenio.

El mensaje final de Salamanca 2001 hace destacar la calidad como pilar esencial –La calidad es la condición sine qua non para dotar al Espacio Europeo de la Enseñanza Superior de confianza, pertinencia, movilidad, compatibilidad y atractivo– basándose en cuatro principios:

1. Autonomía con responsabilidad.

2. La Educación es un servicio público.

3. La enseñanza superior se sustenta en la investigación.

4. La articulación en la diversidad.

La reunión preparatoria de Salamanca ha tenido importantes consecuencias como la creación de la EUA (European University Association), resultado de la fusión entre la CRE-Association of European Universities y la Confederation of EU Rectors’ Conferences, celebrando en Salamanca su Asamblea General Constitutiva previa a la reunión de la Convención de Instituciones Europeas de Educación Superior.

En cuanto a la reunión de Praga, 32 ministros de Educación de 32 países europeos se reunieron en Praga el pasado mes de mayo para avanzar en el proceso de construcción de un espacio común europeo de educación superior7. Se fijó una nueva cumbre para la segunda mitad de 2003 en Berlín, pero no se marcaron objetivos concretos. La Asociación de las Universidades Europeas (EUA) que agrupa a los rectores de toda Europa y que hasta ahora era miembro de pleno derecho de la Conferencia, ha sido integrada junto a los estudiantes y al Consejo de Europa en un consejo asesor. El comunicado final no establece plazos de ningún tipo, lo que supone que no hay deberes estrictos que cumplir, sin embargo sí que indica cuáles son los temas principales a estudiar y pide explícitamente al grupo de seguimiento que organice seminarios para explorar las siguientes áreas:

• La cooperación en lo que concierne a la acreditación y las garantías de calidad de las titulaciones y universidades.

• El reconocimiento y el uso de créditos en el proceso de Bolonia de creación de un espacio europeo universitario.

• El desarrollo de títulos conjuntos.

• La dimensión social con especial mención a los obstáculos a la movilidad.

• La ampliación de los objetivos de Bolonia.

• El fomento de la educación continua.

• El impulso de la participación de los estudiantes.

Ha destacado también el abierto choque entre los países de tradición anglosajona, defensores del no intervencionismo estatal, y los del sur, más proclives a controlar.

En resumen, podemos decir que Praga no ha supuesto un frenazo al proceso iniciado en Bolonia hace dos años, pero sí la confirmación de que la homogeneización de las estructuras de los estudios universitarios en Europa no será una tarea fácil. Según la mayoría de los observadores, los Estados han decidido no acelerar excesivamente los cambios, optando por dar más tiempo para ir adaptando los sistemas universitarios nacionales con la vista puesta a conseguir el objetivo en 2010, tal y como estaba previsto en la Declaración de Bolonia.

 

2001, el año europeo de las lenguas

La Decisión 1934/2000/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 17 de julio de 2000, estableció el Año Europeo de las Lenguas 2001, aunque la importancia del desarrollo de las aptitudes lingüísticas de los ciudadanos europeos ha sido puesta de manifiesto en numerosas ocasiones como en el Libro Blanco de la Comisión, Educación y formación: enseñar y aprender: hacia la sociedad del conocimiento, de 1995, el Libro Verde Educación, formación, investigación: los obstáculos para la movilidad transnacional8, de 1996 o el informe del Grupo de Alto Nivel sobre la Libre Circulación de las Personas, presidido por Simone Veil, que destacó la necesidad de preservar la multiplicidad de lenguas europeas y propuso medidas para promover la formación lingüística y el uso de los idiomas en la Unión.

Además de estas manifestaciones, el establecimiento del Año Europeo de las Lenguas ha tenido una misión simbólica y a la vez difusora de la política de la Unión en este sentido. Sus objetivos específicos son los siguientes:

1) Aumentar la conciencia sobre la riqueza de la diversidad lingüística en la Unión Europea y sobre el valor que esta riqueza representa en términos de civilización y cultura.

2) Fomentar el plurilingüismo.

3) Dar a conocer a un público lo más amplio posible las ventajas que supone el conocimiento de una serie de idiomas.

4) Impulsar el aprendizaje permanente de idiomas, en su caso, desde el nivel preescolar y primario, y de adquisición de competencias lingüísticas.

5) Recoger y difundir información sobre la enseñanza y el aprendizaje de idiomas.

Las acciones previstas para este año han sido básicamente reuniones y manifestaciones a escala comunitaria y nacional, organización de campañas de información y promoción a escala europea (emblema común, creación de un sitio web, producción de material de información, y organización de competiciones europeas) y patrocinio de diversas encuestas y estudios sobre la materia.

 

El reto de las universidades españolas

A partir de la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Universidades (LOU), de 21 de diciembre de 2001, las universidades españolas tienen el enorme reto de adaptarse a las nuevas influencias. Ya en Exposición de Motivos, la LOU habla del nuevo espacio universitario europeo que se está empezando a consolidar, de la necesidad de que nuestras universidades incrementen de manera urgente su eficacia, eficiencia y responsabilidad, y de forma explícita indica que uno de los objetivos esenciales de la Ley es impulsar la movilidad, tanto de estudiantes como de profesores e investigadores, dentro del sistema español, pero también del europeo e internacional. Hace constar que la movilidad supone una mayor riqueza y la apertura a una formación de mejor calidad, por lo que todos los actores implicados en la actividad universitaria deben contribuir a facilitar la mayor movilidad posible y que ésta beneficie al mayor número de ciudadanos. En el Título XIII, bajo el título de Espacio Europeo de Enseñanza Superior, se anuncia que el Gobierno establecerá las normas para unificar las calificaciones, renovará o adaptará las modalidades cíclicas de cada enseñanza y los títulos de carácter oficial.

Por tanto, es hora de que las universidades españolas se desapeguen de las estructuras tradicionales que no les sirvan y consoliden el proceso de modernización que ya han iniciado, y que está siendo más que evidente en estos últimos años, empujado no sólo por la adaptación a Europa sino por otra serie de factores, como la masificación9 de la educación universitaria, o la variada oferta que las universidades privadas están ofreciendo. Como señala Josep María Bricall en su informe Universidad 200010, la educación superior ha de proveer a la sociedad de formas nuevas y renovadas de enseñanzas para atender debidamente a las nuevas clases de estudiantes (2000:16). Entre estas nuevas clases de estudiantes están sin duda los estudiantes extranjeros, cuyo contacto con nuestro sistema educativo puede dotar a nuestros profesores y nuestros departamentos universitarios de una más amplia visión tanto de contenidos como de formas pedagógicas.

 

El marco de referencia europeo

En cuanto a la enseñanza de lenguas, los trabajos desarrollados por el Consejo de Europa en estos últimos años y los documentos que esta organización está generando, sentarán unas bases comunes europeas, que comprometan a las instituciones de los estados miembros. En este sentido, destacamos especialmente la presentación, en abril de 2002, de la edición española11 del Marco de Referencia Europeo para el aprendizaje, la enseñanza y la evaluación de lenguas, en la que ha participado muy especialmente la Dirección Académica del Instituto Cervantes.

El Marco de Referencia Europeo es el resultado de 10 años de investigación de especialistas en lingüística aplicada y pedagogía, procedentes de los 41 estados miembros del Consejo de Europa. Es un documento flexible que pretende suscitar una reflexión sobre los objetivos y la metodología de la enseñanza y el aprendizaje de lenguas, y ofrecer una base común europea para el desarrollo curricular, la elaboración de programas, exámenes y criterios de evaluación. Es un documento de consulta obligada para profesores, examinadores, autores de manuales y materiales didácticos, formadores de profesorado y administradores educativos, que obligará a todas las instituciones a adaptar niveles, programas y materiales a este marco común.

El Marco de Referencia Europeo para el aprendizaje, la enseñanza y la evaluación de lenguas pretende ser integrador, transparente y coherente, e introduce importantes novedades en cuanto a enfoque, niveles de referencia, o evaluación, por citar algunos aspectos sobre los que los docentes deberemos profundizar en los próximos años.

Además de este Marco de Referencia, otros documentos, como el Portfolio Europeo de las lenguas (European Language Portfolio), el cual permitirá al individuo registrar y presentar distintos aspectos de su biografía lingüística, revolucionará el diseño curricular y sus consecuencias para la evaluación y la certificación.

 

¿Hacia dónde debe ir nuestro esfuerzo?

Todo lo expuesto anteriormente nos mueve, como profesores de español, a plantear desde nuestro trabajo diario alternativas a estos alumnos que vienen y que se encuentran inmersos en una cultura que no es la suya y en una institución cuya complejidad no acaban de entender. Se hace necesario el esfuerzo de las instituciones para que, sin perder sus características propias, adapten sus estructuras al proceso europeo, que ya no tiene marcha atrás.

A partir de aquí nos hemos planteado la tarea, en la que ya estamos trabajando, de hacer un Análisis de Necesidades de nuestros alumnos en el que estudiemos principalmente el perfil académico y lingüístico que presentan,
cuáles son sus necesidades
objetivas y subjetivas, sus estilos y estrategias de aprendizaje, así como sus intereses culturales.

Para terminar, debemos insistir brevemente en las grandes ventajas de atender las necesidades de español de los alumnos en las instituciones que les reciben, con unas clases de lengua para fines específicos que mejorarán su aprendizaje en las materias en las que serán futuros expertos, y que en definitiva son las que les han acercado a la educación y realidad españolas. Será necesario por tanto, un gran esfuerzo de creación de programas y materiales de aprendizaje de español, si no en las 130 titulaciones diferentes que en este momento existen en las universidades españolas, al menos en los campos universitarios con mayor afluencia de estudiantes extranjeros, como es el caso concreto de los estudiantes de Ciencia y Tecnología, el cual nos preocupa especialmente.

 

A modo de conclusión

Para concluir, debemos reconocer que, aunque queda mucho por hacer para conseguir la efectiva internacionalización de la educación universitaria en España, el camino está iniciado, por lo que es de suponer que la consolidación de esta tendencia se desarrolle con las máximas garantías de eficacia, eficiencia y responsabilidad que, según la LOU, deben ser los principios centrales de la propia autonomía universitaria.

De la adaptación de las universidades españolas a esta nueva realidad dependerá en gran medida nuestro éxito en Europa, y en el caso de que esta adaptación no se produzca con la calidad esperada, nuestra cultura y nuestra lengua se verán gravemente relegadas.

Notas

1 En términos absolutos, en el curso 1999/2000 cursaron estudios en la UPM 1.599 estudiantes extranjeros, frente a los 1.916 que tuvo la Autónoma y los 1.714 de la Complutense. Esto hace de la Comunidad de Madrid la principal receptora de estudiantes extranjeros en el estado español.

2 El proyecto ADIEU es un proyecto lingüístico-intercultural cuyo objetivo principal consiste en desarrollar materiales para estudiantes de nivel universitario que deseen cursar una parte de sus estudios en una universidad española. Han estudiado clases magistrales y artículos de investigación de distintas ramas del Derecho, la Filología, la Psicología y la Historia.

3 Graciela Vázquez basa esta afirmación en las entrevistas realizadas a estudiantes alemanes de la Universidad Libre de Berlín y en la Universidad Autónoma de Barcelona.

4 Esta parte del programa posee el 51% del presupuesto total del Sócrates, según nota de prensa 341, en Bruselas el 10 de noviembre de 1999.

5 Es frecuente la confusión entre los programas Sócrates y Erasmus. El Erasmus como tal no está vigente, pero sí el Sócrates/Erasmus, que sería la parte del Sócrates dedicada a la enseñanza superior.

6 Recogido en la conferencia "Las necesidades lingüísticas del ingeniero del siglo XXI en el entorno internacional europeo" (Alcalá de Henares, marzo de 2001, VII Jornadas de lenguas para fines específicos).

7 La Delegación española estuvo encabezada por el secretario de Estado de Educación y Universidades, Julio Iglesias de Ussel, ya que la ministra de Educación, Pilar del Castillo, tuvo que acudir a un congreso de la Confederación de Estudiantes (CES) en Palma de Mallorca. Esta ausencia contrastó enormemente con las constantes referencias a los trabajos hechos en la reunión preparatoria de Praga que tuvo lugar en Salamanca.

8 Concluye diciendo que el aprendizaje de, al menos, dos idiomas comunitarios es una condición indispensable para que los ciudadanos de la Unión Europea se beneficien plenamente de las posibilidades que ofrece el Mercado Único.

9 Según datos publicados en la GACETA UNIVERSITARIA de 15 de abril de 2002, hemos pasado de un 9% de escolarización universitaria en 1970, a un 51% treinta años después (el triple de la media mundial).

10 El Informe Bricall fue encargado por la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) y presentado en Barcelona en marzo de 2000.

11 Las versiones en inglés y en francés son de 2001.

 

Bibliografía

La mayor parte de la bibliografía que presentamos son documentos que están en la red con acceso libre y gratuito. Por tanto, adjuntamos una relación de páginas web:

J.M. Bricall, Informe Universidad 2000, CRUE, marzo de 2000.

Conferencia de Rectores.

Consejo de Universidades.

Comunicados de Prensa Unión Europea.

Diario Oficial de las Comunidades Europeas (DOCE), desde 1998.

Declaraciones.

El País

European University Association (EUA).

Marco de Referencia europeo para el aprendizaje, la enseñanza y la evaluación de lenguas.

Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre de Universidades (LOU) (publicada BOE el 24 de diciembre de 2001.)

Portfolio Europeo de Lenguas.

• R. Rodríguez, La reforma de la educación superior. Señas del debate internacional a fin de siglo, Revista electrónica de investigación educativa, 2000.

Unión Europea.

ScadPlus
Education new prog
Education news
Education languages

Universidad Politécnica de Madrid.

• G. Vázquez, (2001a) El discurso académico oral, Edinumen, Madrid, 2001,a.

Guía didáctica del discurso académico escrito, Edinumen, Madrid, 2001,b.

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