MÉXICO/ESPAÑA-ESPAÑA/MÉXICO
Mª Auxiliadora Gil Ortega
La j imperial ya es historia. Hace décadas que
se impuso la x. Empate. México/España. España/México.
La
palabra México proviene del Náhuatl, y significa "lugar en
el centro de la Luna". Cuando los españoles, al hacerse dueños
y señores de estas tierras, oyeron a los indígenas la pronunciación
"Meshico", optaron por la grafía x, y es que en el castellano
antiguo no existía el sonido actual de la j, algo fácilmente
observable en nombres como los de Xavier o Ximénez, o en el vino de Xerés.
Ya Hernán Cortés, en sus cartas a los reyes de España, se
refería a aquellas exóticas tierras recientemente descubiertas como
"México".
En la actualidad, aunque seguimos conservando la grafía
x, la pronunciación que le asignamos es, propiamente, la del sonido
j, algo que la Real Academia de la Lengua considera perfectamente válido
pues, a pesar de tener sus reglas de pronunciación, permite ciertas excepciones
en lo que se refiere al nombre propio (y más aún en el caso de México,
que cuenta con una profunda carga histórica).
En la actualidad,
México representa para España un país estratégico
en el entorno americano. |
En cambio los mexicanos, rigurosamente, con tesón y
orgullo, han mantenido esa su x tan característica, que siglos atrás
se embolsaran los españoles, en palabras propias de su tierra. Es tanto
el recelo con que la cuidan, que incluso llegan a sentirse ofendidos al ver escrito
Méjico, así con j. Y es que, como pondría de relieve
Salinas en su "Defensa del lenguaje", conferencia pronunciada en junio
de 1944 en la Universidad de Puerto Rico, el poder del lenguaje es absolutamente
necesario para formar una visión del mundo, algo que aflora con su mayor
fuerza posible durante el exilio y a causa del destierro: "Cuando a los hombres
se les despoja de su tierra, encuentran como un nuevo hogar en su lengua madre,
que está a todas horas y en todas partes presente en sus sentidos, y por
eso puede volverse a convertir en algo concreto, en algo con morada terrenal".
Jorge Guillén lo expresaría durante el destierro
así:
No estoy solo. ¡Palabras! / Y merced a sus signos / Puedo acotar
un trozo de planeta / Donde vivir tratando de entenderme / Con prójimos
más próximos / En la siempre difícil tentativa / De gran
comunidad /
Prójimos y próximos. Méjico y México.
Precisamente fue México prójimo lugar de refugio para múltiples
artistas e intelectuales españoles durante la Guerra Civil como Luis Buñuel,
León Felipe, Luis Cernuda o Pedro Garfias.
Fue la mañana del 13 de junio de 1939 cuando el "Sinaia"
recibió la orden de entrar en el Puerto de Veracruz. Los sindicalistas
llenaban el muelle con pancartas antifascistas que indicaban, ya desde el principio,
una cálida acogida por parte de México. Se podían leer desde
la cubierta frases tales como: "Viva el Frente Popular Español / Mueran
los traidores Franco, Mola, Queipo, Cabanellas", o "Víctimas
del fascismo, el pueblo mexicano os saluda", etc. Incluso autoridades mexicanas
subieron al barco para saludar y dar la bienvenida personalmente a aquellos desterrados
y tristes españoles.
Entre ellos, Pedro Garfias, quien durante la bienvenida oficial
estrenó un nuevo poema, "Dedicatoria de un álbum":
Atrás quedaba España, con su sombra y su miedo;
/ Francia con su vergüenza... Enfrente estaba México. / ...Cárdenas:
que tu nombre arda en todos los pechos / como en todas las frentes el nombre de
tu pueblo.
Era un tiempo de muchas heridas y las relaciones políticas
con España, lógicamente, no pasaron por un buen momento durante
la etapa franquista; quizá por ello, muchos exiliados españoles
guardan un recuerdo agradecido de la acogida que recibieron en tierras mexicanas.
En compensación, contribuyeron con su trabajo y su conocimiento al crecimiento
de un país que ofrecía buenas oportunidades.
También Valle Inclán, aunque mucho antes y en
otro contexto político, quedó seducido por México, tierra
de la cual tomó el paisaje para la que es considerada su obra maestra,
Tirano Banderas. En ella, el autor representa toda una colectividad marginada:
la de los indios, presos políticos, prostitutas, léperos... Don
Ramón del Valle Inclán plasmaría en su gran obra un fiel
reflejo de la sociedad del momento, bajo la que se esconde una denuncia sociopolítica
casi palpable, al igual que sucede en muchas de las películas del cineasta
Luis Buñuel, quien también por aquellos años tanteaba las
tierras que nos ocupan (1928) con el proyecto de una versión fílmica
de "La casa de Bernarda Alba". Había pasado de casualidad por
México, país aún extraño para él y que lo recibió
con los brazos abiertos. Comenzó entonces para Buñuel lo que se
daría en llamar más tarde como "etapa mexicana", que contiene
inolvidables filmes como El ángel exterminador, Viridiana, Nazarín,
El río y la muerte o Los olvidados, entre muchos otros.
Corría ya el año 1975 cuando México interrumpió
todo intercambio con España a causa de la condena a muerte por parte del
gobierno español de cinco activistas políticos. Las relaciones entre
ambos gobiernos se deterioraron más aún de lo que ya estaban, en
perjuicio de estos dos pueblos que, por razones de parentesco, historia y cultura,
están estrechamente ligados. Cuatro años más tarde, cuando
España iniciaba su camino hacia la democracia, México, que llevaba
40 años de ruptura con el régimen franquista, fue uno de los primeros
países en reanudar las relaciones diplomáticas. En la actualidad,
México representa para España un país estratégico
en el entorno americano por su excelente conexión entre ambos lados del
hemisferio occidental y, a su vez, puede recibir de España el mismo valor
en el contexto europeo. A esto hay que añadir los resultados de las relaciones
históricas y la lengua compartida. No en vano cada año se celebra
en Guadalajara la Feria Internacional del libro más importante de nuestro
idioma. ¿El coloso Estados Unidos-Inglaterra no tendrá enfrente a quien
fue un pequeño David y es hoy por fin un joven coloso?
Cuando en el año 1987 Carlos Fuentes obtuvo el Premio
Cervantes, pronunció en su discurso palabras que resumen el espíritu
de unión entre nuestros dos países. Y es preciso insistir en esta
palabra, "nuestros": "Son éstos los sellos de mi segundo
pasaporte, el que me lleva a compartir este premio con los escritores que piensan
y escriben en español. La cultura literaria de mi país es incompresible
fuera del universo lingüístico que nos une a peruanos y venezolanos,
argentinos y puertorriqueños, españoles y mexicanos. (...) pero
el terreno común de nuestros encuentros y desencuentros, la liga más
fuerte de nuestra comunidad probable, es la lengua (...), que es retórica,
pero también del debate con nosotros mismos, que es poesía. (...)
y aunque Nebrija designa a la lengua como acompañante del imperio, hoy
reconocemos la otra vertiente de la celebración y ésta es la crítica.
La lengua de la conquista fue también la de la contraconquista, y sin la
lengua de la colonia no habría lengua de la independencia."
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