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ABC, domingo 29 de mayo de 2005

El árbol de la ciencia del Quijote

Ayer se presentó una de las contribuciones más originales al Año Cervantes: "La ciencia y el Quijote" (Crítica). El catedrático que ideó la obra y académico José Manuel Sánchez Ron y otras 15 autoridades "descubren" la abundante y copiosa ciencia que habita el texto cervantino (cosmografía, geografía, astronomía, matemática, náutica...). Sánchez Ron desvela las claves en ABC

ANTONIO ASTORGA.

MADRID. Cervantes vivió entre 1547 y 1616. Fue coetáneo del escocés John Napier (1550-1617), inventor de los logaritmos, que difundió en su libro de 1614. "Mirifici logarithmorum canonis descriptio" ("Descripción de la maravillosa regla de los logaritmos"). Y de Galileo Galilei (1564-1642), de fama inmortal; de Johannes Kepler (1571-1630) y de William Harvey (1578-1657), que descubrió en 1628 la circulación de la sangre. Como Cervantes falleció en 1616, pudo, por tanto, haber leído obras —"que sin duda no leyó", explica el profesor José Manuel Sánchez Ron— como la "Astronomiae instauratae mecánica" ("Instrumentos para la restauración de la mecánica"), que Brahe publicó en 1598; la "Nova Astronomia" (1609) de Kepler o incluso el célebre "Siderius nuncius" (1610), en el que Galileo presentó las observaciones que comenzó a realizar el 24 de agosto de 1609 con un tosco telescopio que él se construyó y que llevaron a la refutación del viejo sistema aristotélico-tolemaico allanando el camino que conduciría a la gran síntesis de Isaac Newton.

Las sangrías del barbero

¿Qué idea se tenía del mundo en la época de Cervantes? En un pasaje, Quijano le dice a don Lorenzo, hijo del caballero del Verde Gabán: un caballero "ha de ser astrólogo, para conocer las estrellas, cuántas horas son pasadas por la noche y en qué parte y en qué clima del mundo se halla; ha de saber matemáticas, porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas". Tolomeo, autor del "Almagesto" —síntesis del saber astrónomico griego y una de las obras científicas más influyentes— es ensalzado en el capítulo XXIX como "el mayor cosmógrafo que se sabe".

Cosmografía, geografía, astronomía, matemática, náutica... eran disciplinas necesarias e imprescindibles para orientarse en la navegación. España mantenía un imperio ultramarino en América, fuente de grandes riquezas. Sus navegantes tenían que saber geografía, cosmografía y astronomía para orientarse con las estrellas. Y sin las matemáticas no era posible.

Sánchez Ron recuerda que el padre de Cervantes, Rodrigo, era barbero (aquél que practicaba sangrías y llevaba a cabo acciones médicas que implicaban cortes o amputaciones). Los barberos —y los algo (pero no mucho más) prestigiosos cirujanos— de entonces pertenecían a escalas profesionales y sociales inferiores a los médicos, ¿Por qué? "No necesitaban estudiar en la Universidad —señala Sánchez Ron—. Se formaban en la práctica, como aprendices. Ejercían su profesión sin necesidad de estudiar lo que los clásicos de la medicina —Hipócrates o Galeno— enseñaron". Practicar sangrías o amputaciones era un trabajo duro y desagradable, que seguramente no se consideraba apropiado para personas de una cierta condición social.

Las ocupaciones militares de Cervantes le familiarizaron con la medicina. A la campaña de Argel de 1573, en la que participó, fueron cuatro médicos, cuatro boticarios, 24 cirujanos y 15 barberos, todos como soldados. Vivió Cervantes en plena "Revolución Cientifica". ¿Cómo atesoró tanto saber? "Creemos que se educó con la experiencia directa, viviendo. Si Cervantes habla en sus libros de algún aspecto o apartado científico o tecnológico es porque éste se encontraba introducido en la sociedad, porque era común. Así, y aunque algunos han sostenido que el famoso episodio de los molinos de viento se debe interpretar como la sorpresa de don Quijote ante unos artilugios con poca tradición en España, es todo lo contrario (como señaló Julio Caro Baroja): existían molinos de viento en España desde hacía mucho".

El genio del loco

¿Por qué el personaje más famoso de la literatura española y universal será siempre un "enfermo mental", cuando al loco se le tenía en aquella época como un endemoniado, un personaje molesto que no encajaba ni en el discurso cultural ni en la estructura? "¡Ah!, el genio de Cervantes", analiza el investigador. "No puedo decir por qué, sólo que precisamente por ser (aunque no siempre, a veces se comporta muy cuerdamente) un loco podía comportarse de la forma en que lo hacía, viendo lo que otros no podían o no querían ver o considerar. Fue la de Cervantes una idea maravillosa para desarrollar la historia que deseaba contar".

Casi a la par que Cervantes era rescatado del turco, el Rey decidió crear una Academia de matemáticas en Palacio, en 1582, para formar cosmógrafos, marinos e ingenieros civiles y militares al servicio del Monarca. Una institución muy necesaria para el Estado. "España —insiste Sánchez Ron— poseía un imperio ultramarino que debía controlar, para lo cual necesitaba de marinos que dominasen el arte de "marear"; tenían que saber orientarse por las estrellas, determinando el rumbo que les condujese a América. La Academia de Matemáticas tenía entre sus funciones tales enseñanzas".

"Las feridas que se reciben en las batallas antes dan honra que la quitan"

El "arte de marear" lo domeñaba Cervantes. 5 años soldado en las galeras de Levante, como señala Arturo Pérez-Reverte. Cervantes embarcó en Nápoles, peleó y se quedó manco en Lepanto, "corseó y escaramuzó en las costas griegas, fue cautivado a bordo de la galera "Sol" cerca de Marsella y vivió mucho tiempo —otros 5 años— en un activo puerto corsario del norte de África". Su vida bélico-naval aflora en muchos pasajes. El orgullo principal de Cervantes, explica Pérez-Reverte, "fue haber sido soldado a bordo de las galeras del rey, peleando contra el turco, enemigo principal de su Monarca y de la fe católica que España sostenía con las armas". En el prólogo a la segunda parte, el viejo soldado recuerda orgulloso la jornada de Lepanto del 7 de octubre de 1571. Luchando en el ala izquierda, a bordo de la galera "Marquesa" en uno de los puestos de más peligro, recibió tres arcabuzazos, dos en el pecho y otro que le hizo perder el uso de la mano izquierda: "Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos". Y Cervantes haría decir a Quijano, molido a palos: "Las feridas que se reciben en las batallas antes dan honra que la quitan".

La mano maestra de 16 autores

José Manuel Sánchez Ron abre el libro (que contó con el apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología) con el capítulo "Ciencia, técnica, Cervantes y el Ouijote". Su camino lo siguen Víctor Navarro Brotons ("Geografía y Cosmografía"), Mariano Esteban Piñeiro ("La ciencia de las estrellas"); Arturo Pérez~Reverte, que escribe sobre "Galeras, puertos y corsarios"; Francisco J. Tapiador ("Tierras y cielos"); Santos Madrazo ("Los caminos"); Antonio J. Durán Guardeño ("Con las matemáticas hemos dado, Sancho"); Fernando Pardos ("De Rocinante al Rinoceronte"); Javier Puerto ("La materia medicinal"); Pedro García Barreno ("La medicina"); José Luis Peset ("La enfermedad mental"); María Luz López Terrada ("La alimentación); Nicolás García Tapia ("Losmolinos"); Julio Sánchez Gómez ("La minería y la metalurgia"); Javier Ordónez ("De Rocinante a Clavileño") y María Jesús Mancho ("Divulgación científica").

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