ENTREVISTA A CARLOS GARCÍA GUAL Catedrático de Filología Griega
y Escritor. Comisario español de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
CARLOS GARCÍA GUAL nació en Palma de Mallorca en 1943. Catedrático de
Filología Griega en la Universidad Complutense, es una de las figuras más representativas
de la vida intelectual española, y autor de numerosos libros de estudios literarios
y mitológicos como Diccionario de mitos (Planeta, 1997), La Antigüedad
novelada (Anagrama 1995), Los orígenes de la novela (Mondadori, 1990)
o Mitos, viajes, héroes (Taurus 1981), colabora habitualmente en numerosas
publicaciones nacionales e internacionales (EL PAÍS, Revista de Libros, etc.).
Ha representado a España en diversos eventos de índole cultural en todo el mundo,
el último de los cuales ha sido la Feria Internacional del Libro de Guadalajara,
que fue dedicada a España como país invitado.
- Usted compagina la enseñanza universitaria con el mundo editorial y con
la publicación de numerosas obras. Ha sido recientemente comisario de la delegación
española en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, ¿cómo marcha, desde
su punto de vista, la salud del mundo editorial y del libro español?
Ante todo quiero decirle que mis contactos con el mundo editorial son hasta
cierto punto marginales, aunque dirijo una colección de traducciones y he publicado
varias obras, pero sí es cierto que he sido comisario de esta reciente feria
de Guadalajara, como lo había sido en alguna exposición de libros anterior en
Hispanoamérica (Cuba, Argentina, etc.). En cuanto al estado del mundo editorial,
por tanto, lo que me gustaría transmitir son las impresiones de alguien que tiene
contactos con él, pero que no se dedica profesionalmente a este campo como lo
podría hacer un editor. Así, desde mi punto de vista, creo que la salud del mundo
editorial es francamente buena, ya que es una de las ramas de la industria española
en clara expansión, y que las relaciones con Hispanoamérica son de gran importancia
para esta expansión, que, por una parte, es de tipo económico y comercial, pero
que también tiene un claro componente cultural nada desdeñable.
- ¿Se han visto avances en la implantación del libro español en Hispanoamérica
y en el resto del mundo? ¿En qué medida debe o puede contribuir el libro español
cambiar la apreciación y la imagen de España en Hispanoamérica?
Yo creo que hay un aspecto cultural muy relacionado también con la economía
de cada país. Muchos países de Hispanoamérica están en franca regresión económica
o, cuando menos, en un momento basante crítico, y, en cambio, la economía española
está bastante saneada y en progreso.
La imagen de España en estas últimas ferias, en relación con el mundo editorial,
es muy positiva. España se ha convertido para toda Hispanoamérica en la puerta
de acceso a Europa y también en una puerta por la que Europa llega a Hispanoamérica.
Pensemos que en otros tiempos, países como Argentina estaban en comunicación directa
con Franciao Inglaterra para todo lo que se refería a la cultura, mientras que
actualmente yo creo que la comunicación con Europa se hace a través de España.
Las editoriales españolas más potentes, como pueden ser Planeta o ALfaguara, tienen
una gran implantación en muchos países hispanoamericanos, y esto también es muy
positivo. De manera que la imagen que da España ahora, no sólo como país que es
el centro de la lengua española, sino como puente o vínculo que comunica el mundo
hispanoamericano con Europa de una manera clara, es francamente positiva.
La imagen de nuestro país es bastante fuerte, de manera que incluso muchos
escritores de aquellos países están convencidos de que su publicación en España
o en editoriales españolas es determinante para su éxito en Europa y en el resto
del mundo. Así, se puede decir que lo que España debe hacer es continuar en esa
misma línea, una línea de contactos y apertura también a los escritores hispanoamericanos,
que es una apertura muy marcada desde hace años –pues el llamado "boom"
de la literatura hispanoamericana se desarrolló a través de editoriales españolas.
- La lengua española está en plena expansión en el mundo, en países como
EE UU, Brasil, Japón, etc., ¿cómo se presentan estos mercados "emergentes"
para España?
Este es uno de los puntos más positivos para toda la industria editorial española,
y también debería serlo para nuestra cultura, es decir, que no sea solamente la
lengua la que se difunda por todo el mundo, sino también la cultura española.
Es casi seguro que será así, en mi opinión, y ahí habría que subrayar la labor
institucional que deberían desempeñar organismos como el Instituto Cervantes,
y lo que debería hacer el Estado español sumándose a la indispensable iniciativa
privada. Sin darle ahora datos precisos, puedo decir que las ventas de libros
en español en Estados Unidos es cada vez más importante, sobre todo en ciertas
áreas donde habitan millones de hispanohablantes, y que eso es tanto en libros
de texto para el aprendizaje del español, como en literatura escrita en nuestro
idioma, literatura infantil y demás. Probablemente lo que debería hacer España
es reforzar la imagen de "alta cultura" que se puede ofrecer a estos
países, contando con la colaboración de instituciones universitarias, o proporcionando
contactos culturales del más alto nivel.
- ¿Se puede decir, en términos generales, que la Feria Internacional del
libro en Guadalajara ha sido un éxito para nuestro país?
La feria del libro de Guadalajara el pasado noviembre, en la que España era
el país invitado de honor, ha sido, pienso yo, un gran éxito en todos los aspectos.
En primer lugar hay que recordar que este año la feria había aumentado mucho su
capacidad expositiva, pues el espacio era prácticamente el doble que en ediciones
anteriores. España tenía un pabellón donde se exponían libros y donde también
había algunas otras exposiciones sobre varios aspectos de la cultura española,
que ha sido muy visitado. Era un enfoque bastante original y ha causado muy buen
efecto. Luego, por otra parte, había un programa de literatura compuesto por una
serie de mesas redondas en las que se debatían distintos temas. En ellas había
escritores que hablaban sobre distintos temas, en las mesas, por ejemplo, de novela,
de poesía, de teatro. Había otra mesa dedicada a la novela histórica, otra a los
mitos españoles, otra dedicada a traductores, otra al cine, que, en definitiva,
han informado perfectamente sobre lo que es la cultura española actual en sus
más distintos ámbitos. España, además, ha colaborado con la Universidad de Guadalajara
en un programa académico en el que se han tratado temas como el exilio, la transición
española, la globalización, etc. En esas colaboraciones ha sido muy importante
el programa del propio Ministerio de Educación y Cultura, pero también ha habido
muchos invitados españoles, traídos por la Universidad, como es el caso de Felipe
González o Juan Luis Cebrián, que han contribuido a das una imagen bastante completa
de lo que es la cultura española actual. Pienso, en definitiva, que ha sido un
éxito rotundo en todos los aspectos.
- Sin embargo, desde los medios de comunicación españoles se habló mucho
de una polémica que hubo entre escritores que denunciaban cierto favoritismo oficial,
¿qué opina Vd. de esto?
Con respecto al pequeño "escándalo" suscitado por tres o cuatro
escritores, un tanto descontentos sobre algún artículo sobre la literatura española
en un folleto que apenas vio nadie, hay que decir que esto ha sido más bien un
montaje movido desde España de una manera bastante interesada. Por suerte, allí
no ha tenido repercusión alguna. Pero quizás convendría también recordar que,
aparte de las intervenciones y programación oficial del Ministerio, es importante
también lo que han llevado las propias editoriales españolas. En ese sentido,
esta polémica ha subrayado que la editorial Alfaguara y con ella el grupo Prisa,
han tenido allí un éxito bastante notable, pero debo recordar como comisario que
realmente los invitados de esta editorial estaban invitados y pagados por esta
editorial que tiene en México mucho peso. Quizás hay que lamentar que otras editoriales
españolas con potencia, como Planeta, no hayan hecho un esfuerzo paralelo. Es
verdad que se ha notado la presencia de algunos escritores pertenecientes a alguna
editorial o determinado grupo más que otros que no son menos importantes.
Con independencia de esto, yo quisiera subrayar que, en estos momentos, méxico
es, de todos los países hispanoahablantes, el que cuenta con una mayor población
y unas mayores posibilidades para las editoriales
- Se ha venido hablando de promocionar una imagen "de marca" para
España que englobara, como ha apuntado Vd., la lengua y la cultura. En ese sentido,
¿se podría entonces de ciertos "mitos españoles" como Don Juan, Carmen,
Don Quijote, o incluso Dalí y Lorca desde una visión más moderna, que pudieran
trasmitir mejor lo que es nuestra cultura?
Este es un tema atractivo y curioso. Pienso que cada país tiene una especie
de imágenes míticas de personajes representativos de su literatura y de su cultura.
Curiosamente, en laliteratura española hay varios personajes que pueden tener
un cierto "halo mítico", y que, en ese sentido, pueden ser considerados
como mitos literarios reconocidos en todo el mundo. En la feria, por ejemplo,
tuvimos una mesa redonda en la que se habló, a este respecto, del Lazarillo de
Tormes, Don Juan y Don Quijote. Es significativo que España haya producido varios
de estos mitos literarios universales, como éstos que acabo de mencionar, y es
muy interesante que lo haya hecho. En algún libro reciente como el de Jan Watt,
que se llama Mitos del individualismo moderno, se hable de cuatro personajes
"míticos": Don Juan, Don Quijote, Robinsón Crusoe y Fausto, que se postulan
como representantes del individualismo moderno. Es curioso que dos de esos mitos
sean españoles y que también, pienso yo, que el tipo del "pícaro" o
del Cid, esa especie de héroe de frontera, o incluso la Celestina, sean aportaciones
de nuestro país a la literatura y al imaginario universal. Convendría quizás
comunicar y reflexionar sobre si esta creación de mitos supone un marcado individualismo
en nuestra cultura, lo que también quisiera ser un reflejo de cierta incomodidad
con respecto al sistema social con la creación de personajes que de alguna manera
lo cuestionan. Pero ese sería un tema para una reflexión más extensa. Como imágenes
representativas de España, hay que resaltar que son imágenes que ha creado la
literatura. Quizás sería deseable que nuestra literatura hubiera creado alguna
imagen más, por ejemplo, uno piensa lo importante que han sido desde el punto
de vista histórico los conquistadores, y sin embargo cómo eso no ha logrado un
reflejo literario paralelo a su relevancia histórica.
- Últimamente se ha polemizado sobre la enseñanza de las Humanidades en
nuestro país y se ha lanzado una nueva reforma educativa. Desde su perspectiva
universitaria ¿es sano el duro debate que se ha creado, o responde a otros intereses?
El debate me parece interesante. Está bien que se reflexione sobre la precaria
situación de la enseñanza de las Humanidades en el sistema educativo actual. Pienso
también que es una crisis no sólo española sino, por lo menos, también europea,
y que es el propio contexto social el que dificulta que las Humanidades tengan
hoy un papel relevante en una sociedad dominada por la tecnología, por los grandes
medios de difusión, por el mundo audiovisual, etc. Así pues, la crisis es muy
general, pienso yo, y luego tiene un reflejo en nuestro sistema educativo, como
lo tiene en otros sistemas educativos de Europa. Quizás en España esto sea más
grave porque no ha habido una cultura humanística social tan extendida como en
otros países. Digamos que aquí las Humanidades se han implantado desde la educación
oficial, desde los programas de bachillerato, etc., pero que la sociedad conoce
menos a los clásicos que en otros países de Europa.
-¿En qué medida es positivo para nuestra sociedad el estudio de los clásicos?
Los clásicos suministran una visión del mundo, una sensibilidad y un conocimiento
de la historia y de nosotros mismos que es fundamental para obtener una visión
más profunda de la vida. Realmente, en una sociedad dominada por el consumo y
por cierta frivolidad y superficialidad, el conocimiento de los clásicos puede
actuar un poco como revulsivo y puede marcar el camino hacia una profundidad que
cada vez se está perdiendo más.
-¿Y qué piensa sobre la reforma de las Humanidades acometida por el Gobierno?
¿La considera Vd. satisfactoria?
Con respecto a la última reforma, yo creo que se ha quedado en algo muy ligero,
que se ha hablado mucho pero se ha hecho muy poco. De hecho, las modificaciones
son muy ligeras. Alguna me parece que no es del todo positiva, por ejemplo, respecto
de los dos cursos que hay de Cultura Clásica en la ESO, la etapa anterior al bachillerato,
los programas que acaban de aparecer indican que el segundo curso de Cultura Clásica
se transforma de una manera furtiva en un curso de iniciación al latín. Y eso
puede ser positivo en algunos aspectos, pero a mi modo de ver, es un riesgo que
puede desvirtuar la enseñanza de la Cultura Clásica en el segundo curso y creo
que puede incluso perjudicarla. Por otra parte, quizás sería de desear que el
sistema educativo fuera más libre y admitiera mayor relación entre los llamados
programas de letras y los programas de ciencia. Ese es un defecto que tenían ya
los programas anteriores que sigue existiendo con la nueva reforma. El problema
es que el alumno no pueda estudiar a la vez, por ejemplo, matemáticas y latín,
física y griego, es un fallo que ya existía y no ha habido una perspectiva suficientemente
generosa para que algunos alumnos, optativamente, pudieran combinar las diversas
ramas del saber
-Y finalmente, ¿podría Vd. adelantarnos en qué está trabajando ahora o alguna
nueva obra?
Sigo trabajando en las mismas líneas literarias y de investigación de los últimos
años, que son, por un lado, el mundo griego, en relación con el pensamiento y
la mitología, y, por otra parte, en una línea crítica de lectura de textos clásicos.
Esta línea es la que ya marca mi último libro, editado en Península, que se titula
El descrédito de la literatura y otros avisos humanistas, es decir, un
a línea que hace referencia a la crisis actual y, dentro de esa crisis algunas
claves de apertura intelectual.
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