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EL HEART EN LA PALABRA

Una carola navideña

Ilán Stavans

En el ámbito anglosajón, la tradición del Christmas Carol es ancestral y de amplia difusión. La gente va de puerta en puerta cantando villancicos en coro y a capela, que la radio repite hasta el cansancio en grabaciones profesionales. Las cadenas de TV programan películas clásicas como It’s A Wonderful Life, con Jimmy Stewart, donde estos coros aparecen de forma prominente. Algunas de estas películas también están basadas en villancicos. Y en las aulas escolares se leen poemas como el de Dylan Thomas y novelas –o abreviaciones de novelas– como la de Charles Dickens sobre el odioso Ebanezer Scrooge. Además, se diseminan canciones navideñas modernas interpretadas por baladistas como Frank Sinatra, Judy Garland y Harry Belafonte. A estas canciones no se las conoce propiamente como a carolas pero, para el gusto popular, las dos son una y la misma cosa.

No es del todo correcto invocar la palabra villancico en este contexto. El villancico, dice el Diccionario de la Real Academia Española, es una cancioncilla breve de origen antiguo, con frecuncia de asunto religioso, que se canta en Navidad y en otras festividades. Recuerdo que en el Manhattan de los ochenta, con mi querido amigo y maestro, el español Gonzalo Sobejano, barajeamos algunos villancicos del Siglo de Oro de Quevedo y Lope de Vega. Gracias a él supe de las raíces literarias de esta tradición. En mi niñez mexicana, la palabra villancico no era la que utilizábamos, aunque el efecto era similar. La diferencia es que el albur cantinflesco del Distrito Federal inyectaba siempre comentarios sobre el sexo y la corrupción política. Aunque soy judío, siempre iba como invitado de una posada a otra, y fue así como me acostumbré al humor "chilango" de fin de año, que no tiene parangón.

En Estados Unidos el Christmas Carol no es del todo alérgico al humor, pero tampoco lo frecuenta. Según el Oxford English Dictionary, la etimología de la palabra carol, que se pronuncia /kæ’rel/ y que se escribe carole, karol y karolle, es de origen francés. (En italiano moderno y portugués antiguo es carole y corola). La definición aceptada es la de un canto que va acompañado de un baile en círculo en el que se mueven las manos y los pies. No he sido testigo del baile, pero sí de las melodías corales. En la literatura, conozco las descripciones de Chaucer en sus Cuentos de Canterbury y las que habitan la poesía de Milton.

Entre la población latina al norte del Río Bravo, la fiestas navideñas, como es de esperar, resultan en un híbrido cultural donde la música, la comida y la religión se reinventan sin cesar. Este fenómeno se nota, en especial, en el Día de los Muertos, que en la zona fronteriza y concretamente entre la comunidad chicana del suroeste (Nuevo México, Texas y Arizona, y a distancia de Colorado y hasta Oregón), tiene un impacto mayor al de Halloween. En la Navidad, esta exquisita yuxtaposición de tradiciones da muestra de la vitalidad adaptativa hispánica. Esa adaptabilidad se remonta más de quinientos años al encuentro entre las civilizaciones precolombinas y la española. El término "mestizaje" es, por supuesto, sinónimo de impureza y de metamorfosis. Esa impureza, admirable desde cualquier perspectiva, es ciertamente característica de la así llamada Tercera Hispanidad. (La primera es la ibérica y la segunda la latinoamericana). Según la ubicación geográfica en Estados Unidos, se mezclan en esta temporada del año en los barrios latinos elementos culturales de México, Centroamérica y el Caribe de habla española: música, piñatas, melodías, platillos gastronómicos, chistes. Obviamente, esa mezcla incorpora muchos elementos anglosajones.

Es precisamente de ese mestizaje del que surge lo que en Spanglish se denomina la carola navideña. Se trata de un villancico que expresa el sentir de la población hispánica norteamericana. Conozco unas dos o tres docenas de carolas. El contenido puede ser teológico o secular. Van de mano en mano, aparecen impresas en revistas y suplementos o en tarjetas de fin de año, se escuchan por la radio o viajan cibernéticamente en la Web. Muchas aparecen de forma anónima. Las hay que son meras traducciones del inglés al castellano, otras van del castellano al inglés. Y claro está que abundan las redactadas en Spanglish, ese ground zero que ni es de Shakespeare ni de Cervantes. Unas y otras están repletas de humor, a veces sarcástico, otras lingüístico o político. En la Web en particular, donde la improvisación es una especie de deporte, cada webón ofrece variantes.

Como regalo a los lectores de la columna "El heart en la palabra", ofrezco esta carola basada en una canción anglosajona moderna. Me la envió por estas fechas el año pasado María Eugenia Morales, oriunda de San Antonio. Se titula Twas the Noche. Hace poco fue incluida en la antologia Wáchale!: Poetry and Prose on Growing Up Latino Today.

(Chicago: Carus Publishing, 2001).

Twas the night before Christmas and all through the casa

Not a creature was stirring, caramba! Qué pasa?

Los niños were tucked away in their camas

Some in vestidos and some in pijamas.

While Mamá worked in her little cocina,

El viejo was down at the corner cantina.

The stockings were hanging with mucho cuidado,

In hopes that Saint Nicholas would feel obligado

To bring all the children both buenos and malos

A nice bunch of dulces and other regalos

Outside in the yard, there arose such a grito

That I jumped to my feet like a frightened cabrito

I ran to the window and looked afuera,

And who in the world do you think that it era?

Saint Nick in a sleigh and a big read sombrero

Came dashing along like a crazy bombero!

And pulling his sleigh, instead of venados,

Were eight little burros approaching volados.

I watched as they came and this quaint little hombre

Was shouting and whistling and calling by nombre:

Ay Chato! Ay Pepe! Ay Cuca! Ay Beto!

Ay Pancho! Ay Chopo! Maruca y Nieto!’

Then standing erect with his hand on his pecho,

He flew to the top of our very own techo!

With his round little belly like a bowl of jalea,

He struggled to squeeze down our old chimenea,

Then huffing and puffing, at last in our sala,

With soot smeared all over his red suit de gala;

He filled the stockings with lovely regalos,

For none of the niños had been very malos.

Then chuckling along, seeming very contento,

He turned like a flash and was gone like el viento.

And I heard him exclaim and this is verdad,

‘Merry Christmas to all, Feliz Navidad!’

 

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