
es innegable que el cambio ha sido profundo, aunque no imprevisto. En la primera
década del siglo Brasil experimentó cambios políticos que
le condujeron a desarrollar una verdadera Unión de Países Latinoamericanos,
que hoy, consolidada, representa un mercado común, contiguo y continuo
de más de cuatrocientos millones de consumidores, en su mayoría
hispanohablantes, ya que el proceso acentuó la tendencia ya desarrollada
en Brasil hacia la extensión del aprendizaje del español.
Estados Unidos es ahora un país bilingüe. La emigración
latinoamericana continuó creciendo de manera imparable durante las últimas
décadas y el poder adquisitivo de la antigua minoría hispana (hoy
no se puede hablar de minoría) aumentó exponencialmente, contribuyendo
de forma decisiva a la extensión del español.
Todo ese tránsito hasta la situación de hoy determinó
también la actitud de los europeos y los asiáticos hacia el español,
hasta convertirlo hoy en una lengua imprescindible para muchos de ellos. Hoy,
en el 2050, millones de personas necesitan aprender español y encuentran
respuesta a su demanda en los cursos ofrecidos en Florida y California, en México,
Cuba y Argentina. Pocos, por desgracia, deciden estudiar en España.
También la música en español se produce
y se graba en Estados Unidos, hacia donde emigran todos nuestros autores de éxito.
El cine en español se encuentra también cómodo
en el otro continente, donde copa ya el 50% de las producciones. El cine producido
en España compite ahora en los certámenes internacionales en los
espacios dedicados a "otras nacionalidades".
Las publicaciones en español se editan ahora mayoritariamente
al otro lado del Atlántico. Ya no exportamos libros o derechos de autor,
como en los buenos tiempos. No es necesario.
También la mayoría de las herramientas informáticas
en español y las traducciones al o desde el español se hacen ahora
en un país que hace cuatro décadas era percibido como país
de habla inglesa.
En definitiva, nada ha ocurrido que no hubiera sido previsto
por sociolingüistas, demógrafos o analistas políticos en los
primeros años del siglo. Nada que no hubiera sido anunciado por algunos
medios y revistas.
En su despacho, un rancio hidalgo español, dedicado
a la política, se retuerce pensando en el triste papel que en este panorama
le corresponde al país que, como le gusta decir, fue cuna del español,
olvidando que hubo un tiempo en que fue posible adoptar las medidas necesarias
para que España no quedara alejada de ese proceso y preterida a la posición
de arcaica referencia que hoy ocupa.
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