Comenzamos este
número de Cuadernos Cervantes nuestro IX año gracias, una vez más,
a nuestros lectores y anunciantes. Gracias. Por nuestra parte seguimos nuestro
cometido, no cejaremos de insistir en él. Todo lo que hagamos por la difusión
de la lengua y cultura española siempre es y será insuficiente.
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LOS MOLINOS DE VIENTO
Es ahora para nosotros el campo de Montiel un área reverberante
e ilimitada, donde se hallan todas las cosas del mundo como en un ejemplo. Caminando
a lo largo de él con Don Quijote y Sancho, venimos a la comprensión
de que las cosas tienen dos vertientes. Es una el "sentido" de las cosas,
su significación, lo que son cuando se las interpreta. Es otra la "materialidad"
de las cosas, su positiva substancia, lo que las constituye antes y por encima
de toda interpretación. Continuar>>
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A principios de 2003, concretamente el 23 de enero, Francia y Alemania conmemoraban
en Versalles el 40 aniversario del Tratado del Elíseo –la reconciliación
entre los dos países–. Celebraron "continuar de la mano la aventura
europea", privilegiar su unión tan necesaria para "esta Europa
que se reencuentra más rica en su diversidad, pero también más
heterogénea". No olvidaron nada: adoptaron planes muy precisos para
alcanzar objetivos y mejorar la enseñanza del francés en Alemania
y el alemán en Francia. Con esa iniciativa pierde España, que desaprovecha
ocasiones –¿qué fue del semestre de presidencia española de la Unión
Europea?, ¿qué se hizo?–.
Francia y Alemania "toman las medidas a favor del empleo del alemán
y del francés en las instancias de la Unión Europea" y favorecen
el aprendizaje de las dos lenguas, especialmente entre los futuros funcionarios,
pensando en los nuevos países miembros. ¡Qué envidia!1
Un dato: en la última Berlinale se pudo oír el español en
traducción simultánea, que había sido suprimido, gracias
–una vez más– a los esfuerzos de actores, directores y productores. De
nuevo, la sociedad civil.
España sigue promocionando lo de siempre, especialmente pintores –que
ya gozaron de más de una y mil oportunidades–, en ínsulas baratarias
a las que habría que dedicar atención, sí, pero en otros
capítulos y disciplinas.
Insistimos. Somos cuatrocientos millones de hispanohablantes, de hispanoconsumidores.
Nuestra lengua es el español, con sus variantes lingüísticas
importantísimas y en los Estados Unidos el spanglish2,
el mexinglish3 (también en México), el portuñol
en Brasil; y también variantes antropológicas, y culturales "mero
mero" –libros, arte– y nuestra lengua común... Es pues absolutamente
necesario potenciar acciones conjuntas con México, Estados Unidos y Brasil,
teniendo siempre muy en cuenta a Francia y Marruecos. No debemos olvidar China.
China debe ser nuestra gran apuesta.
Asertos de Sancho. De Cajón. Verdades
como Puños.
1.- Envidia: uno de los grandes defectos de
la maltrecha y arrinconada –por nuestra arrogancia y prepotencia– vocación
de potencia cultural, y no otro. Acaso también, como en arte, la envidia
pueda ser sana.
2.- Spanglish: se habla fundamentalmente en
Nueva York. Su viveza es un producto del choque lingüístico entre
el inglés (el más mestizo, el de Nueva York) y el español
que se habla en Puerto Rico, República Dominicana y Cuba. Y a partir del
año 2000 México y Ecuador.
3.- Mexinglish: otra variante lingüística,
cada vez más utilizada en México DF, especialmente por los jóvenes
y "en la calle" –pinche güey, bródel–; el chicano es una
variedad del spanglish que se habla principalmente en Nueva York y Los Ángeles
de California.
LOS MOLINOS DE VIENTO
[...] Estos molinos tienen un sentido: como "sentido"
estos molinos son gigantes. Verdad es que Don Quijote no anda en su juicio. Pero
el problema no queda resuelto porque Don Quijote sea declarado demente. Lo que
en él es anormal, ha sido y seguirá siendo normal en la humanidad.
Bien que estos gigantes no lo sean; pero... ¿y los otros?, quiero decir, ¿y los
gigantes en general? ¿De dónde ha sacado el hombre los gigantes? Porque
ni los hubo ni los hay en realidad. Fuere como fuere, la ocasión
en que el hombre pensó por vez primera los gigantes no se diferencia en
nada esencial de esta escena cervantina. Siempre se trataría de una cosa
que no era gigante. En las aspas giratorias de estos molinos hay una alusión
hacia unos brazos briareos. Si obedecemos al impulso de esa alusión y nos
dejamos ir según la curva allí anunciada, llegaremos al gigante.
También justicia y verdad, la obra toda del espíritu,
son espejismos que se producen en la materia. La cultura –la vertiente ideal de
las cosas– pretende establecerse como un mundo aparte y suficiente, adonde podamos
trasladar nuestras entrañas. Esto es una ilusión y sólo mirada
como ilusión, sólo puesta como un espejismo sobre la tierra está
la cultura puesta en su lugar.
José Ortega y Gasset.
Meditaciones del Quijote.
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