En el centenario de Luis Cernuda
Los
fastos del centenario de Luis Cernuda que más o menos oportunamente organizan
una serie de entidades públicas y privadas han puesto de actualidad la
obra siempre viva de un poeta que es considerado por muchos el verdadero maestro
del 27. Su literatura, no siempre cómoda para los que ahora promueven su
conmemoración, ha marcado a muchas generaciones de españoles con
las ansias insatisfechas de la vida, del amor frustrado y de la realización
personal. Cernuda fue durante muchos años la voz en el exilio del hombre.
En un exilio real como lo fue la Guerra Civil, pero también en un exilio
aún más desolador, como deja ver su poesía: soledad, aislamiento,
paraísos que se pierden para siempre, belleza perfecta inencontrable y
tan ajena a la realidad, amor, siempre amor como gran obsesión, amor nunca
disfrutado, insatisfecho, roto... (en libros como Los placeres prohibidos
o Donde habite el olvido).
Nació Luis Cernuda Bidón el 21 de septiembre de 1902 en Sevilla,
pronto hará, en efecto, un siglo desde entonces. Muy pronto entró
en contacto con la poesía a través de la lectura de los poetas clásicos
españoles. Las clases de literatura de Don Pedro Salinas (en el curso 1919-20)
marcaron su acercamiento a los libros y a los poetas. Con la publicación
de Perfil del Aire (4º suplemento de Litoral, Málaga, Imprenta
Sur, 1927) comienza su andadura literaria con poemas de juventud, que ven la luz
de la mano de Prados y Altolaguirre. Se pone así en contacto con esa famosa
generación reunida en torno al homenaje a Góngora en el Ateneo de
Sevilla.
Muy influido por autores europeos como Eluard o Leopardi, a quienes lee y traduce
con devoción en los momentos de desoladora soledad, en guerra o paz, Cernuda
se vuelca en la literatura a través de una labor poética incesante
combinada con la enseñanza de la literatura española en el extranjero.
Su éxodo, unas veces voluntario y otras forzoso, le lleva de lector y profesor
de español a diversas universidades: en 1928 Toulouse, desde 1939 Inglaterra
(Cranleigh School, Universidad de Glasgow, Enmanuel College de Cambrigde), Estados
Unidos (desde 1947 en Mount Holyoke, Universidad de California y otras) y México
desde 1954. Allí encontrará la muerte una década más
tarde.
Además del extrañamiento, otro de los temas más destacados
en Luis Cernuda es la figura del poeta como hombre divino, en la más pura
tradición del romanticismo, un ser marginado y solitario que trae la voz
de la divinidad. Elevado el poeta, se aleja del contacto con los demás
para dejar entre los hombres su don sobrenatural, su voz horaciana con la que
expresa lo que otros no podrían: favete linguis, dice Horacio, el
sacerdote de las musas (musarum sacerdos) va a hablar.
Recordemos su voz en "En medio de la multitud": "En medio de
la multitud le vi pasar, con sus ojos tan rubios como la cabellera. Marchaba abriendo
el aire y los cuerpos; una mujer se arrodilló a su paso. Yo sentí
cómo la sangre desertaba mis venas gota a gota. / Vacío, anduve
sin rumbo por la ciudad. Gentes extrañas pasaban a mi lado sin verme. Un
cuerpo se derritió con leve susurro al tropezarme. Anduve más y
más.[...]" (de Los placeres prohibidos, 1931).
En este sentido, la función del poeta en Cernuda entronca, como decíamos,
con los románticos, sobre todo con poetas alemanes como Novalis o Heine.
Entre los españoles, quizá sea lo más parecido el genio de
Bécquer. La figura del poeta es una obsesión desde Hölderlin,
a quien tradujo Cernuda. Así se refleja en un poema suyo que bien puede
ponerse en relación con la función del poeta en Cernuda. Se trata
de "Dichterberuf" ("El oficio de poeta") y en él se
describe la llegada del dios Dioniso, joven y vigoroso mensajero de la divinidad,
viene como el poeta a despertar a los durmientes: Und du, des Tages Engel!
Erweckst sie nicht die jetzt noch schlafen? "Y tú, ángel
del día, ¿no vas a despertar a los que aún duermen?"
Pero para Cernuda, que no sólo se empapó de los clásicos
españoles y europeos, sino de la Antigüedad grecolatina (leyó
a los presocráticos a través del libro de Burnett Early Greek
Philosophy), el poeta ha de expresar ante todo la mayor y más trágica
paradoja que se guarda en el pecho del hombre, la contraposición entre
la realidad y el deseo, una antítesis desdichada que marcará su
concepción de la poesía hasta el punto de que, desde 1936, La
realidad y el deseo servirá de título a toda su poesía
hasta el momento.
Cernuda es hoy, en su centenario, reivindicado a veces por gentes totalmente
ajenas a él y a los poemas que cantó en vida y que aún hoy,
a cuarenta años de su muerte, siguen resonando en las mentes de muchos
jóvenes que leen por primera vez La realidad y el deseo.
Sirvan para concluir estas líneas algunos versos de "Peregrino",
un poema que resume en cierto modo el último libro este poeta, Desolación
de la quimera (1962), poco antes de su muerte. En él, Cernuda deja
claro que su viaje poético no acaba aquí, no hay Ítacas que
le esperen; como Kavafis, también él ha entendido lo que significan
las Ítacas: "¿Volver? Vuelva el que tenga, / Tras largos años,
tras un largo viaje, / Cansancio del camino y la codicia / De su tierra, su casa,
sus amigos, / Del amor que al regreso fiel le espere."
"Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas, / Sino seguir libre adelante,
/ Disponible por siempre, mozo o viejo, / Sin hijo que te busque, como a Ulises,
/ Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope."
"Sigue, sigue adelante y no regreses, / Fiel hasta el fin del camino y
tu vida, / No eches de menos un destino más fácil, / Tus pies sobre
la tierra antes no hollada, / Tus ojos frente a lo antes nunca visto."
Leer a Cernuda
•Antología poética, Madrid, Ediciones Rialp, 2002.
•Antología poética, Madrid, Espasa-Calpe, 2002.
•Cinco elegías españolas: versiones autógrafas inéditas,
Madrid, Caballo Griego para la Poesía, 2002.
•La realidad y el deseo (1924-1962), Madrid, Alianza Editorial, 2002.
•Obras Completas (L. Maristany y D. Harris, eds. lit.) Madrid, Ediciones Siruela,
1999.
•Ocnos, Barcelona, Editorial Seix Barral, 1993.
•Ocnos, seguido de variaciones sobre tema mexicano, Sevilla, Diputación
Provincial de Sevilla, 1993.
•Pensamiento poético en la lírica inglesa del siglo XIX, Madrid,
Editorial Tecnos, 2002.
•Poemas de Friedrich Hölderlin, traducidos por Luis Cernuda, Madrid, Alberto
Corazón, 1979.
•Un río, un amor; Los placeres prohibidos, Madrid, Ediciones Cátedra,
1999.
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