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EL PAÍS, jueves 28 de septiembre de 2000

Encendido debate sobre el futuro del español en la feria de Hannover

La polémica derivó en la tesis de un posible “genocidio lingüístico” en América

TOMÁS DELCLÓS, Göttingen, Enviado especial
La primera sesión de las jornadas El futuro habla español, organizadas por el pabellón español de la feria de Hannover en la vecina Universidad de Göttingen, terminó con una vibrante polémica sobre el papel de las lenguas indígenas en América, un debate animado por el ponente inaugural, el vicedirector de la Real Academia Española, Gregorio Salvador, y la comunidad de hispanistas alemanes que poblaban la platea del aula magna.

¿Puede hablarse de genocidio lingüístico con la conquista española de América? ¿Es útil a sus hablantes usar una lengua que sólo sirve para comunicarse a unos miles de personas y los aísla del resto? ¿La riqueza de lenguas es un bien cultural o una riqueza, como la del colesterol, que debe ser medicada?

La polémica fue despertada por Gregorio Salvador al afirmar que una de las razones del valor del español es que es hablado por 400 millones de ciudadanos y facilita la comunicación entre los pueblos. Un servicio que no suministran las pequeñas lenguas tribales o aborígenes, que perpetúan una babelización hasta lo minúsculo, que impide la comunicación entre distintos pueblos.

La profesora Conchita Lleó, de la Universidad de Hamburgo, abrió el fuego recordando que los aborígenes americanos que recibieron el “regalo” del español no eran mudos “y los hispanistas no nos podemos olvidar”. Salvador replicó que no es achacable a los conquistadores la mortandad lingüística en las tribus americanas. “En 1810, cuando acaba la expansión imperial española, había en aquel continente tres millones de hispanohablantes. Fueron los libertadores, impregnados de las ideas de la Revolución Francesa, quienes pensaron que podía ser viable una unión si se extendía un idioma común, el español”. “Los imperios, prosiguió, no acostumbran a imponer su lengua porque prefieren una población encerrada en su propia incomunicación.” La ensayista argentina Beatriz Sarlo recordó que los dos factores de progresión del español en su país fueron la educación obligatoria y la difusión, temprana y enorme –en los años veinte y con tiradas de 400.000 ejemplares– de la prensa escrita. Una prensa bilingüe, en español y en algún otro idioma, como el italiano o el alemán, en atención a la inmigración de estos países. El profesor Esteban Emilio Mosonyi, de la Universidad de Caracas, defendió la convivencia de las lenguas indígenas y del español en su país y lo vio como un pluralismo enriquecedor y no como un estorbo. Johannes Kabatek, de la Universidad de Tubinga, sostuvo en la misma línea la necesidad de combinar universalidad y particularismo. “Nos hace falta la diversidad y la universalidad. El problema está en cómo se organiza políticamente”.

Multiplicar problemas

Carlos Lleras, director de El Espectador, de Colombia, relató cómo el reconocimiento constitucional en su país de 75 lenguas o dialectos indígenas ha multiplicado los problemas burocráticos. “Hay que contratar traductores en la capital para leer los documentos que envían estas poblaciones”, y se preguntó si el conservacionismo lingüístico hace bien a sus supuestos beneficiarios. Salvador consideró disparatada esta política y asoció el encierro en una lengua minoritaria –menos de un millón de hablantes– al retraso socioeconómico. La revolución mexicana, explicó, buscó integrar la nación a través del español. “Es sintomático que las regiones más reacias a esta integración, como Chiapas, sean las más pobres”. Salvador apeló a la evidencia de que las lenguas mueren y negó que pueda aplicarse un concepto de territorio a una lengua. “La lengua es de sus hablantes, no de un territorio”, y criticó, en general, el concepto de política lingüística de las administraciones para regular su uso. “La única política lingüística es la educación”. 

Idioma e identidad

“El español no es seña de identidad nacional para nadie”, afirmó Gregorio Salvador, en su conferencia preliminar al debate. Precisamente porque el español hace “espiritualmente compatriotas” a gentes muy alejadas y se ha liberado de un “amojonamiento local” es por lo que, entre otras razones, es la segunda lengua de comunicacion en el mundo e igualmente la segunda en demanda de enseñanza.

Salvador se mostró prudente con las profecías milenaristas y ciñó su análisis del futuro del español a unos prometedores próximos 50 años. Más allá, con el veloz cambio que vive el planeta, los augurios pueden derivar en simples fantasías. Con todo, la situación actual del español “en la parrilla de salida de la previsible competición idiomática” de este inmediato futuro es óptima. Un horizonte halagüeño incluso en el ámbito de la informática.

La corporeidad léxica, la nitidez silábica, su sistema fonético simple (cinco vocales) y una escritura ajustada a la realidad fonológica (prácticamente se escribe como se habla) la hacen más fiable en las conexiones telefónicas.

Si a estas ventajas se añade la unidad del idioma, con dialectos perfectamente comprensibles, es lógica la creciente implantación e interés por el español.

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