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EL PAÍS, lunes 28 de enero de 2002

EEUU impulsa una reforma para vigilar el rendimiento de los alumnos

LA REFORMA EDUCATIVA DE EEUU. El presidente George Bush ha promovido una reforma encaminada a crear un método uniforme para medir el rendimiento de alumnos, profesores y centros. Según los resultados de los estudiantes se premiará o penalizará a centros y docentes. Pero esta ruidosa reforma no cambia la estructura del sistema. Colegios y profesores recibirán penalizaciones y premios según los resultados

Rosa Townsend, Miami

A los grandes males de la enseñanza pública primaria y secundaria en Estados Unidos, el presidente George W. Bush ha impuesto drásticos remedios "para que ningún niño se quede atrás". La Ley de Reforma de la Educación Primaria y Secundaria (ESEA) que acaba de aprobarse tiene dos objetivos: eliminar la enorme disparidad en los niveles de educación entre los 50 Estados y desterrar el llamado sistema de "ascenso social" de los alumnos, basado en la filosofía de lo políticamente correcto, que eleva a los niños de curso sin tener en cuenta su rendimiento y sin exigir responsabilidades a los educadores. A partir de ahora, o se demuestran resultados o el gobierno federal cierra primero el grifo del dinero y a continuación los colegios que no den la talla.

Por primera vez en 37 años, EEUU va a exigir exámenes anuales de matemáticas y lectura en los grados tercero a octavo (de 7 a 12 años) para medir el rendimiento y progreso de los alumnos. Las pruebas serán standard en todos los Estados con el fin de comparar los niveles, que hoy por hoy son tan distintos que las excelentes notas de un niño en Dallas pueden equivaler a un suspenso en Boston, por ejemplo. La disparidad se explica porque al ser la educación una competencia de los Estados, cada uno establece sus propios planes de estudio y sus sistemas de control de calidad en la enseñanza.

En EE UU estudian 47 millones de estudiantes en los colegios públicos (sólo 6 millones en los privados) y hay 15.000 distritos escolares públicos en todo el país (el numero de alumnos es muy distinto en cada uno, Miami-Dade, por ejemplo, tiene 370.000). Además, dan clase 2,9 millones de maestros en el sistema de enseñanza público, que cobran un salario medio de 41.820 dólares (unos 47.200 euros), y la ratio media en los diferentes estados oscila entre los 22 y los 28 alumnos por aula.

Diversidad de opiniones

El director del centro Pew de la facultad de educación de la Universidad de Harvard, Paul Reville, opina que al uniformar el sistema para medir el aprendizaje "se ha dado un paso hacia adelante en la dirección correcta". La Federación Nacional de Maestros (que representa a 800.000 en centros urbanos) está de acuerdo con Reville, sin embargo la Asociación Nacional de la Educación, que representa a dos millones de maestros en áreas más bien rurales, cree que las pruebas anuales en dos asignaturas empobrecen el plan de estudios.

La reforma impulsada por Bush no es estructural, sólo establece parámetros de evaluación con los que pretende lograr un cierto grado de homogeneidad en la enseñanza. No introduce variaciones en los planes de estudios ni cambia las asignaturas o contenidos, aunque indirectamente trata de fomentar el aprendizaje de ciertos valores. Por ejemplo incentiva las clases de historia "tradicional" americana concediendo fondos adicionales a los colegios que se comprometan a darlas.

Los exámenes de los alumnos servirán también de baremo para evaluar la calidad del propio centro escolar. Los que no mejoren los resultados en dos años recibirán una especie de amonestación y los alumnos podrán cambiare a otro colegio público mejor o solicitar un tutor pagado por el gobierno local. Si vuelven a fracasar, al cabo de cuatro años las autoridades educativas pueden ordenar el cierre del centro o la renovación parcial o total de la plantilla .

El peso de la reforma cae sobre los hombros de los maestros. Según los cambios aprobados, se les va a medir no sólo por los resultados de sus alumnos sino que tendrán que someterse a una serie de pruebas de capacitación. Los profesores que no las hayan superado en el año 2005 estarán sujetos a disciplina laboral, incluyendo en teoría el despido. Pero llevar esto a la práctica es difícil por dos razones: la presión de los sindicatos y la crónica escasez de docentes, señala Janet Bass, portavoz de la Federación Nacional de Maestros, que apoyan la reforma de Bush. (En California, por ejemplo, necesitan contratar otros 300.000 profesores en los próximos 10 años).

Un bajo nivel

Desde 1965, los sucesivos intentos a nivel federal de mejorar la enseñanza pueden calificarse como desastrosos. A pesar de que el gobierno de Washington ha inyectado 200.000 millones de dólares (unos 226.000 millones de euros) a los presupuestos de educación de los Estados, actualmente casi el 70% de los estudiantes de 4° de primaria (ocho años) en zonas urbanas no alcanzan el nivel básico de lectura, y los alumnos del último año de secundaria (12 años) van detrás de los de Chipre y Sudáfrica en matemáticas.

La ley que introduce esta reforma educativa destina 26.500 millones de dólares (unos 30.000 millones de euros) para este año escolar, lo que representa un aumento de 8.000 millones de dólares (unos 9.000 millones de euros) con respecto al año anterior. También destina otros 1.000 millones de dólares (1.130 millones de euros) adicionales exclusivamente para clases de lectura.

Pero la contribución federal sólo representa un 7% de los presupuestos de educación de cada estado, y de ahí se derivan las dudas sobre el impacto que realmente puede tener.

La Organización Nacional de Directores de Colegios (que tiene alrededor de 14.000 miembros) se opone a la reforma porque considera que no es justo que con una aportación tan pequeña por parte de Washington, el Gobierno central imponga tantas exigencias, que, según consideran los miembros de esta organización, son más ruido político que una verdadera reestructuración de la educación norteamericana.

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