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Excelente, mayo - junio 2004
Francisco
Rico y Don Quijote de la Mancha
El hidalgo Alonso Quijano y su leal
escudero, Sancho, los personajes centrales de El ingenioso hidalgo Don Quijote
de la Mancha, serán protagonistas del mundo de la cultura durante los
próximos meses. En 2005 se celebrará el cuarto centenario de la
publicación de la obra más universal de las letras españolas,
aunque el libro conoció la luz en lasúltimas semanas de 1604. Francisco
Rico, filólogo, académico y cervantista, nos acerca a la obra, el
autor y los protagonistas.
IGNACIO ALONSO
Pregunta. En una sugerente conferencia usted llegó
a decir que Miguel de Cervantes nunca habría ingresado en la Academia de
la Lengua ni habría ganado el Premio Cervantes.
Respuesta. Cervantes llega tarde a la literatura. Cuando
se publica El Quijote va a cumplir 60 años, que entonces eran más
años que ahora. Se había apuntado algunos éxitos teatrales
y tenía gustos e ideas literarias de generaciones anteriores. No era la
moda; era un escritor inactual. Nadie le quiso escribir el prólogo y el
éxito del Quijote, además, no le favoreció. Los intelectuales
establecidos miraron con cierto disgusto un triunfo tan llamativo. En ese sentido
se puede decir que hoy no hubiera sido un autor favorito para el Premio Cervantes
ni hubiera tenido los honores oficiales de la entrada en la Academia. Porque no
los tuvo en su tiempo.
P. ¿Por qué El Quijote se mantiene cuatrocientos
años después en lugar de privilegio en los anaqueles de las bibliotecas?
R. Porque es lo más que ha dado intelectualmente
la lengua española a la cultura universal. Y por los mensajes que incorpora.
Ese diálogo entre dos personajes tan radicalmente distintos, esa compenetración
y finalmente amistad entre don Quijote y Sancho, aunque sólo fuera en el
sentido de que es una invitación a la convivencia y al diálogo,
pues valdría la pena ser reivindicado.
P. ¿Hay alguna clave que explique la acogida del Quijote
en el mundo?
R. Por qué El Quijote ha tenido el éxito
que ha tenido no lo sabrá nunca nadie. Yo siempre digo que el argumento
es una tontería; inverosímil, además; y una situación
prolongada, demasiado estirada. No sabemos qué tiene ese libro que nos
atrae tanto, pero es un hecho que no se encuentra un gran escritor, pensador,
intelectual y científico desde hace cuatrocientos años que no diga
que El Quijote es el mejor libro del mundo.
¿Qué tiene este maldito libro?, se interroga a sí
mismo Francisco Rico con la mirada perdida en alguna de las librerías que
invaden su sala de trabajo. Hace un corto silencio y acaba por responderse lanzando
al aire volutas de humo de su cigarrillo.
P. ¿Qué hay en el libro?
R. Es extraordinariamente divertido. Oír hablar
a Don Quijote y Sancho es una delicia continua. Muy tonto, muy burdo, a veces
salpicado con una sal muy gruesa: Sancho ha puesto el requesón que ha comprado
a los pastores en la bacía que utiliza como yelmo Don Quijote, éste
se lo pone sin darse cuenta, comienza a resbalarle y dice "se me están
fundiendo los sesos". ¡Pues eso es una tontería, pero es muy gracioso!
P. Don Quijote es un loco.
R. Es un personaje educado, inteligente, irónico
y comprensivo por el que uno se siente atraído aún sabiendo que
está loco. Y, por otra parte, se ve que es un personaje que actúa
por aspiraciones que son nobles en sí mismas, por unos ideales de justicia
y libertad.
P. Hay en El Quijote una sentida mención a la
libertad: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones
que a los hombres dieron los cielos". Cervantes estuvo cautivo, intentó
escapar dos veces y otras tantas le perdonaron la vida. ¿Explica eso su amor por
la libertad?
R. Cervantes no era ningún revolucionario. Era
un hombre sustancialmente de acuerdo con la situación, religioso, monárquico
y partidario de la expulsión de los moriscos. Sin embargo, entiende muy
bien a un morisco en concreto que sale en El Quijote, Ricote, cuando explica que
se siente injustamente tratado porque siente que aquí está su tierra.
Cervantes es comprensivo con todas las situaciones y actitudes; aunque no las
comparta, las entiende. Y esa es la posición de un hombre que aprecia mucho
el valor de la libertad individual y que ha experimentado su pérdida.
P. ¿Comparte la idea que hay detrás de ese cliché
seún el cual don Quijote representa el alma de lo español?
R. Eso responde a una época en que se creía
mucho en los caracteres nacionales, en que cada nación tenía sus
valores permanentes. Hoy ya no creemos en eso. En todo caso, no fueron los españoles
quienes inventaron esa idea, sino que se gestó en Inglaterra y en Francia,
quizás a lo largo del siglo XVIII. Los españoles recibieron con
bastante gusto esa interpretación de Don Quijote como símbolo del
carácter nacional, porque veían que lo único verdaderamente
valorado de la cultura española fuera de España era El Quijote.
P. ¿El Quijote es hoy un libro de lectura difícil
o acaso los medios audiovisuales nos han vuelto perezosos para sumergirnos en
sus páginas?
R. El español, en estos cuatrocientos años,
ha cambiado mucho; aunque menos que otras lenguas. Leer El Quijote supone un esfuerzo
de acercamiento a una lengua que no es enteramente la nuestra. Hay muchas alusiones
materiales a personas y cosas que sin anotaciones suficientes no se entienden
debidamente. Por otro lado, todas las lenguas se han empobrecido al estar condicionadas
por el lenguaje del poder, de los medios y de una cultura técnica y material
en la que nos movemos y que no controlamos. Ese empobrecimiento y ese cambio de
mundo hace que cualquier acercamiento a El Quijote, como a cualquier libro de
otro tiempo, plantee un cierto problema.
P. El pasado 23 de febrero, el actual presidente del
Gobierno, entonces candidato, José Luis Rodríguez Zapatero, reunió
a un grupo de expertos, con usted al frente, para impulsar su acariciada idea
de reivindicar la lectura en particular y el mundo de la cultura en general aprovechando
el cuarto centenario de la publicación de El Quijote. ¿Hay que empezar
por los niños y ponerles este libro entre las manos?
R. Yo no soy partidario de que El Quijote ni ningún
otro libro sea lectura obligatoria en las escuelas. Lo que hay que hacer es presentarlo
de forma indirecta, tranquila, adecuada a cada nivel, empezando por los có9mics
y los juegos de ordenador y siguiendo hasta la antología o las adaptaciones,
haciéndolos atractivos para que se acabe llegando a esta obra por voluntad
y curiosidad propias. No es bueno hacer leer libros. El Quijote es una experiencia
enriquecedora. Quienes no entren por ese camino, no será por culpa del
libro. ¡Pues peor para ellos!
P. Cervantes pone en boca de don Quijote el derecho
a escribir en otras lenguas, por ejemplo, el vizcaíno. ¿Es trasladable
su pensamiento al día de hoy?
R. Yo soy historiador y transferir los elementos de
una época a otra me convence poco porque necesariamente se interpreta mal.
Lo que hay detrás de la idea que cada cual escriba en su propia lengua
y pueda hacer obras valiosas en su propia lengua es que no es necesario escribir
en lat’n; y que la gran cultura, la gran literatura, no tiene por qué estar
en una lengua clásica.
P. El inglés se está convirtiendo en lengua
franca.
R. Bien está, no pasa nada. Es bueno tener una
lengua de comunicación general, es básico que haya un latín
de hecho.
P. ¿Debemos, como usuarios del español, estar
celosos?
R. Yo no siento ningún orgullo de hablar español;
es un hecho que está ahí. Posiblemente, el español sería
una mejor lengua de comunicación que el inglés porque es más
simple en muchos aspectos; por ejemplo, tiene una fonética más aceptable
para buena parte de las gentes. Pero a largo plazo no creo que haya grandes cambios
porque la situación normal siempre ha sido la convivencia de varias lenguas.
En Francia se habla desde el catalán, al alemán y al bretón,
y el francés sigue fuerte.
P. ¿Debemos seguir mirando a Latinoamérica como
la reserva viva del español?
R. La gran fuerza del español está allí,
pero en gran medida se irá perdiendo a medida que progrese y se estandarice,
por decirlo así, el nivel de vida. Cualquier lengua, al crecer, se empobrece
porque se uniforma, pierde espontaneidad y, en cambio, responde a los dictados
de los focos de poder, de los medios, de la cultura técnica y material
que antes mencionaba.
P. Volvamos a nuestros personajes. ¿Qué aporta
El Quijote a las letras?
R. Hasta Cervantes, la literatura crea héroes
que, como decían Aristóteles y Valle Inclán, hay que mirar
de rodillas, porque tienen una estatura superior a la del hombre corriente. Otras
veces se ven desde arriba; por ejemplo, al villano, al personaje que en cierto
modo sigue siendo Sancho Panza, risible, cómico. Lo que inventa Cervantes
es el nivel medio, un hallazgo que ahora puede entenderse también como
una moral y como una visión del mundo. En el fondo, dice, todos somos iguales,
todos valemos igual y, como decimos en castellano, nadie es más que nadie.
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