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Aprender idiomas

Carmen Muñoz

Paidós, Barcelona, 2002, 116 páginas

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Carmen Muñoz, profesora de la Universidad de Barcelona, nos ofrece en este libro el secreto de lo que, para muchos, sigue siendo una asignatura pendiente: aprender idiomas. Como psicóloga y lingüista, hace un repaso de las características que poseen las personas que con más facilidad adquieren una segunda lengua, así como de los métodos de enseñanza y estrategias de aprendizaje. También da cuenta de los factores que influyen en este proceso, para dar respuesta a cincuenta preguntas clave en torno a esta cuestión. Finaliza su exposición con una serie de consejos para el aprendiz de lenguas, a la vez que señala los errores que debemos evitar, añadiendo a modo de apéndice un glosario de términos y un conjunto de referencias interesantes para el lector.

Ya en el prólogo, Elvira Lindo recuerda sus intentos frustrados por aprender inglés y lo triste de no llegar a conocer a otras personas por no entender su idioma, así que Carmen Muñoz da inicio a Aprender idiomas apelando a las inquietudes personales de los lectores. Todos, de niños, aprendemos a hablar nuestra lengua materna sin ningún problema, pero, ¿por qué esto no ocurre con las segundas lenguas? ¿Cuál es el mejor momento para aprenderlas? ¿Existen recetas mágicas?

Por muy extraño que nos resulte, la mayoría de los habitantes del planeta son plurilingües. Y es que sí existe una aptitud para aprender idiomas diferente de lo que se considera la inteligencia general (aunque muchas veces vayan asociadas), pero relacionada con ciertas habilidades como gran memoria asociativa, rápido dominio de nuevos códigos o un buen oído para las claves fonéticas. Carmen Muñoz pone a prueba nuestras destrezas a este respecto con sencillos tests y actividades.

Si el resultado de los mismos no fuera positivo, no hay que preocuparse: es posible aprender a aprender idiomas. A pesar de que en la edad adulta muchas personas experimentan una sensación de fracaso por no haber podido adquirir con éxito una segunda lengua, con persistencia y motivación puede lograrse este propósito, puesto que "todas las personas que han aprendido una primera lengua pueden aprender una segunda y una tercera" (pág. 23).

No hay que dejarse amedrentar por sentimientos de frustración (como puede ocurrir a los falsos principiantes) y plantear el aprendizaje como una cuestión de prioridades, dedicándole el tiempo necesario. Sin embargo, en este proceso también inciden factores que, a priori, no podemos controlar, como el nivel cultural de las familias o la influencia de la personalidad. Resultan muy positivas, con relación al aprendizaje de idiomas, cualidades como extraversión, alta autoestima, alta disposición a correr riesgos, insensibilidad al rechazo social, tolerancia hacia la ambigüedad y baja ansiedad, que surtirán efecto si van de la mano de los factores principales: la motivación y el esfuerzo. Ello nos proporcionará, casi con total seguridad, buenos resultados, que contribuirán a alimentar nuestra voluntad y persistencia.

En el segundo capítulo de Aprender idiomas, Muñoz aborda la cuestión de los métodos de enseñanza, haciendo un recorrido desde el método tradicional hasta el comunicativo y sus diversas variantes, pasando por el audiolingual. Da una breve descripción de todos ellos para concluir que no existe un método milagroso gracias al cual aprendamos una segunda lengua con total garantía de éxito, sino que todo depende de las necesidades e intereses particulares de cada alumno, cuya responsabilidad en el proceso de adquisición de una lengua extranjera debe asumir desde el primer momento. Por ello, conviene que conozca cuál es su estilo personal de aprendizaje. Para ayudarnos en esta tarea, la autora del libro propone un sencillo test que nos descubre nuestro estilo perceptivo (visual, auditivo, manual, en movimiento), una cuestión que no sólo marca diferencias individuales, sino también culturales o nacionales.

Todas las personas tienen un estilo más o menos determinado de aprender un idioma, en el que influyen ciertas habilidades junto a la personalidad. Sin embargo, cuando nos enfrentamos a ciertas tareas específicas ponemos en marcha unos mecanismos de aprendizaje u otros, unas estrategias de muy diversa índole (cognitivas, de memoria, de compensación, metacognitivas, afectivas o sociales) que facilitan el cumplimiento de nuestro objetivo. A éstas habría que sumar las estrategias de comunicación que activamos a la hora de conversar en una segunda lengua, como pueden ser el dar un rodeo, hacer una definición de la palabra que no encontramos o simplemente pedir abiertamente la colaboración de nuestro interlocutor.

El tercer capítulo analiza la cuestión de cuándo es mejor aprender un idioma y en qué contexto. En primer lugar, nuestra lingüista se centra en el factor edad y los mitos asociados a él en lo que concierne al aprendizaje de lenguas. Existen determinadas restricciones biológicas que nos impiden adquirir una primera lengua a partir de cierta edad, pero esto no ocurre con las lenguas segundas. Si bien es cierto que en casos de inmersión lingüística los niños desarrollan un aprendizaje más satisfactorio que los adultos, hemos de puntualizar que en este proceso el contacto con la lengua extranjera suele ser más intenso para los primeros que para los segundos. Por otro lado, los adolescentes y los adultos jóvenes son más rápidos que los niños en casi todos los aprendizajes lingüísticos, pues disponen de mayores recursos y capacidades cognitivas para operar sobre la lengua.

En la última parte del libro, la autora da respuesta a 50 preguntas básicas tales como cuál es el número de horas de estudio necesarias para hablar un idioma, si son mejores los profesores nativos o qué lenguas resultan más fáciles de aprender. En este amplio repertorio tienen cabida las principales dudas de padres, lingüistas, profesores y alumnos.

Este breve ensayo finaliza con "una docena de buenos consejos y una docena de errores". Entre los primeros podemos mencionar la necesidad de adoptar un papel activo en el proceso de aprendizaje; entre los segundos, el pensar que uno "no sirve" para los idiomas.

En resumen, Aprender idiomas es un libro sencillo, ameno, pero muy didáctico y útil tanto para el profesor como para el alumno, pues da respuesta a las preguntas que con frecuencia nos asaltan en torno a este tema. Como la misma autora puntualiza justo al principio, el secreto para aprender idiomas se encierra en un par de consignas: insista y no desista.

Mar Galindo Merino

 

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