La enseñanza del léxico y el uso del diccionario
Manuel Alvar Ezquerra
Arco-Libros, Madrid, 2003, 118 páginas.
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La
enseñanza del vocabulario consiste, resulta algo evidente, en adiestrar
a los alumnos en el conocimiento, aprendizaje y uso adecuados de las palabras
de la lengua». Así da comienzo el primer capítulo de este libro,
en el que Manuel Alvar Ezquerra vuelca sus conocimientos lexicográficos
para conseguir una obra didáctica, un manual sin reglas incomprensibles
ni teorías complicadas, pues, lo que expone, es una reflexión acerca
de la enseñanza del léxico y la participación del diccionario
en ésta.
El autor consigue que tomemos conciencia de que, en la enseñanza
y en el aprendizaje del léxico de una lengua, el diccionario ha de prestarnos
una gran ayuda. Esto no supone que haya un único diccionario en el que
apoyarse, pues, como herramienta lingüística que es, está destinado
a unos fines concretos y no todos los repertorios cumplen una misma función.
El objetivo del autor es señalar el uso que se puede hacer de los diccionarios,
independientemente de sus características, para preparar ejercicios. Y
para conseguirlo, el primero que debe conocer y saber manejar los diccionarios
es el profesor.
El libro se divide en apartados que van desglosando los diferentes
ámbitos lingüísticos que conforman toda la información
volcada en los diccionarios, para demostrar que pueden ser empleados en todas
las parcelas de la lengua, desterrando la idea de que el diccionario sólo
da definiciones. Este libro que nos ocupa sigue paso a paso lo que debieran ser
las clases de lengua española, ascendiendo en el orden de complejidad de
las unidades, enseñando a reconocer primero las unidades mínimas,
para avanzar a continuación por el aprendizaje del resto de ellas. Los
repertorios lexicográficos sólo nos resultarán verdaderamente
útiles cuando los conozcamos bien y sepamos lo que nos pueden ofrecer.
Como contribución a la utilidad práctica de los
diccionarios propone Manuel Alvar Ezquerra ejercicios en todas sus explicaciones
que despiertan la motivación del docente y lo incitan a preparar más
ejemplos destinados a sus alumnos concretos.
El paseo por los diferentes niveles de las formas lingüísticas,
da comienzo con la ortografía, que aparece implícita en el momento
que vemos las palabras en las columnas del diccionario, lo que aprovecha el autor
para mostrarnos que ahora hay muchos diccionarios que indican, además,
cuestiones de ortología, de acentuación, etc. Insiste el autor en
que la palabra presenta un doble aspecto formal, por un lado su escritura, y,
por otro, su pronunciación. En este momento de la enseñanza el profesor
debe decidir qué modelo de lengua va a enseñar, si el normativo,
el general o el local.
Centrado en el uso gramatical, y focalizando en el de las palabras,
el autor nos dice que los diccionarios deberían contener suficientes ejemplos
como para mostrar un uso de las estructuras sintácticas que sea asimilable
por los usuarios que manejen la obra; por ello, son preferibles las definiciones
perifrásticas a las sinonímicas, pues las contextualizan y memorizan
mejor. De este modo los enseñantes podrán apreciar la rica información
lingüística que contiene el diccionario, no siendo despreciables las
información gramaticales, sobre todo las que figuran en los repertorios orientados
específicamente a estudiantes extranjeros. Señala Manuel Alvar que
en estos diccionarios la organización de las acepciones sigue un criterio
de frecuencia de uso, lo cual viene en ayuda de los estudiantes, aunque se rompe
la cadena de evolución histórica del significado, siempre provechosa
para entender por qué las palabras significan lo que significan.
A continuación, el autor da paso a un atractivo capítulo
sobre la fraseología, para la que el diccionario no es una buena fuente
de información, pues estas unidades no están recogidas de manera
uniforme, además de privar a los estudiantes extranjeros de muchas informaciones
pragmáticas importantes y necesarias para el buen dominio de la lengua.
En este apartado se hace una clasificación de los distintos tipos de unidades
fraseológicas. Manuel Alvar Ezquerra delega el peso de su enseñanza
en los profesores, pues el diccionario es una herramienta que ni a los mismos
hablantes nativos de la lengua satisface en sus búsquedas. Junto a las
unidades fraseológicas se tratan las colocaciones, otro tipo de unidades
que no suelen recoger los diccionarios.
La riqueza léxica de nuestra lengua ha de invitar al
profesor a reflexionar sobre cuáles son las palabras más frecuentes
para enseñarlas. Este corpus podría alcanzar la cifra de un millar
de voces, según Manuel Alvar Ezquerra, pues con ellas se constituyen más
del 50% de todos los textos. En el libro se enumeran las 40 más frecuentes,
que llegan a representar casi un 43% de todas las apariciones léxicas.
Todas las lexías, simples o compuestas, que nos ofrece
el diccionario son una fuente inagotable de posibilidades de explotación
didáctica para la enseñanza de nuestra lengua, porque nos brindan
la posibilidad de conocer homónimos, los fenómenos de la monosemia
y de la polisemia, los hiperónimos e hipónimos, y los sinónimos
y antónimos, lo que da lugar a multitud de ejercicios prácticos
que ayudan a su aprendizaje y memorización. Sin embargo, los falsos amigos
no tienen cabida normalmente en los diccionarios, por más que su presencia
sería de una gran ayuda para los alumnos.
En cualquier caso, el autor señala a lo largo de su
exposición los tipos de obras a las que debe acudir el profesor para preparar
sus clases, sean diccionarios de la índole que sean, o bien otras fuentes
de documentación léxica y de información sobre palabras.
Con este libro, el autor consigue demostrar que el diccionario
es un elemento imprescindible en la enseñanza de la lengua, y que para
manejarlo debemos saber qué buscamos y qué podemos encontrar en
él. No existe un único diccionario, o un diccionario multivalente,
sino que son muchos, y muy variados, los repertorios a los que se puede acudir.
Por ello, Manuel Alvar Ezquerra dedica un último capítulo a describir
cómo habría de ser el diccionario ideal para utilizar en el aula
de español como lengua extranjera que resolviera las dudas a alumnos y
profesores, presentando, además, un modelo de clase de lengua que ayude
al aprendizaje del léxico por parte de los alumnos. El libro se completa
con una bibliografía selectiva, aunque extensa, de los títulos más
importantes relacionados con las materias tratadas.
En definitiva, este libro resulta una guía útil
para organizar la enseñanza del léxico, y de otros aspectos relacionados
con él, que va mucho más allá, ya que si lo despojamos de
todo lo relacionado con la enseñanza de la lengua nos encontraremos con
un verdadero tratado de lexicología que es el armazón de todo su
contenido.
Pilar Salas Quesada Universidad Complutense de Madrid
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